Mañana, y mañana, y mañana de Gabrielle Zevin.
Novela vibrante y llena de vida que me obliga a borrar mis prejuicios sobre los libros que:
1. se venden en los aeropuertos (lo compré en uno de ellos, aunque del norte de Europa)
2. se convierten en best-sellers internacionales (categoría en la que entra y que suele estar llena de mediocridades).
Creo que Zevin ha logrado una obra redonda: engancha, es auténtica, tiene buen ritmo, presenta personajes cautivadores, usa el grado justo de azúcar para endulzar el paladar sin ser empalagosa y trata un tema actual de manera atractiva y con una prosa competente.
He de decir que me encantan los videojuegos (aunque a día de hoy, con dos hijos, sea imposible jugar) y eso podría haber influido ligeramente en mi percepción. Lo único que se puede echar en falta es más aspereza en el enfoque y algo más de acidez en el desarrollo de las ideas, pero aun así, me parece una gran novela.
Detalles con spoilers:
- El título y la idea principal se apoyan en la famosa frase de Shakespeare (en Macbeth):
"Tomorrow, and tomorrow, and tomorrow,Creeps in this petty pace from day to day
To the last syllable of recorded time,
And all our yesterdays have lighted fools
The way to dusty death.
Out, out, brief candle!
Life's but a walking shadow, a poor player
That struts and frets his hour upon the stage
And then is heard no more: it is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing."
La frase es difícil de traducir al español porque juega con los sonidos, los dobles sentidos y la dirección, pero viene a decir que por mucho que pensemos en el mañana y en nuestro día a día nos creamos importantes o incluso eternos, al final somos insignificantes y vamos a morir.
Zevin relaciona esta frase con el renacer infinito que permiten los videojuegos. En la frase de Shakespeare, por mucho que se repita el mañana, algún día moriremos y por eso estamos haciendo el tonto, creyendo que siempre habrá un mañana. En los videojuegos siempre hay un mañana porque la muerte no es permanente, vuelves a aparecer siempre, y en ese renacer te das cuenta de que nada se pierde al morir.
En la página 336 (versión en inglés de Random House) se menciona esto (pongo mi traducción):
"'¿Qué es un juego?' dijo Marx. 'Es mañana, y mañana, y mañana. Es la posibilidad de renacer de forma infinita, la redención infinita. La idea de que si sigues jugando, puedes ganar. Ninguna derrota es permanente, porque nada es permanente, nunca'".
De esta manera, los videojuegos permiten escapar del mundo y también de la idea de la muerte. La repetición del mañana, a diferencia de lo que sugieren las palabras de Shakespeare, se vuelve reconfortante, ya que nos acerca a la inmortalidad.
- A nivel más global, la protagonista siente alivio cuando piensa que siempre habrá gente jugando a videojuegos. Esto lo relaciona la autora con las olas gracias a la portada del libro (ilustración de La gran ola de Kanagawa) y a las menciones que se hacen en el texto a las olas y el mar. Siempre va a haber olas en el mar, siempre va a haber jugadores.
- Maravilloso cómo Zevin consigue impregnar el texto de cierta espiritualidad transmitiendo una idea de inmortalidad y eternidad a través de los videojuegos y el mar.
- Se agradece que la autora se atreva a criticar ciertos aspectos como el machismo de los medios o la supuesta violencia que generan los videojuegos, incluso metiendo una pullita a las armas que se venden en EE. UU., porque, como menciona uno de los personajes, no se puede matar a nadie de carne y hueso con un arma digital.