El cuaderno perdido de Evan Dara.
Muestra ciertas semejanzas con Pynchon y la idea de entropía, no obstante, en Pynchon suele haber individuos que tienen mayor importancia que otros, mientras que en la novela de Dara no sobresale ningún personaje (no hay centro o centros). Hay algo de deconstrucción en ese intento de eliminar el centro. No se trata de seguir las andanzas de un individuo en concreto sino de apreciar el conjunto y las ideas. Destruye (o deconstruye, si se quiere) la presunción de que el centro de todo relato tiene que ser un individuo. Dara se centra más en las ideas. Posiblemente estemos ante una crítica del lenguaje y de las convenciones narrativas, en el sentido de que se suele prestar más atención a las palabras o a los personajes que a las propias ideas. Dara construye un texto equidistante, sin centros concretos, para que el lector se olvide de los personajes y de buscar hilos argumentales y se centre en las ideas y su conexión.
Ideológicamente, lo más destacado es su critica a la sociedad actual, principalmente a la pérdida de valores pronunciada por el capitalismo. Utiliza la fragmentariedad como recurso para romper el individualismo. Una novela anticapitalista no puede centrarse en el individuo, pues es algo promovido por el capitalismo y que a su vez lo alimenta. El texto intenta romper el individualismo que está arraigado en el sistema y que impide una visión panorámica, no egocéntrica, del mundo, algo que sería positivo para todos.
En definitiva, una lectura imprescindible. Tendría que leerla otra vez para empaparme bien de todo.
*Curioso que La broma infinita es de 1996 y El cuaderno perdido de 1995. La primera se publicó en español en 2002, la de Dara en 2015... 13 años de diferencia, aunque sean excelentes por igual.
*Curioso que La broma infinita es de 1996 y El cuaderno perdido de 1995. La primera se publicó en español en 2002, la de Dara en 2015... 13 años de diferencia, aunque sean excelentes por igual.