Bonsái de Alejandro Zambra.
Texto de menos de 100 páginas en el que un chaval intenta
ser Bolaño. Entre otras cosas: prosa sencilla, enumeraciones de figuras
literarias y argumento plano. Quizás esté inspirado en el desierto de Atacama,
Chile, porque no sucede absolutamente nada a ningún nivel, ni siquiera hay
belleza en ese vacío. Por momentos trata de ser poético-filosófico: "la
historia de Julio y Emilia continúa pero no sigue", de acuerdo. El autor
intenta ser ingenioso pero no llega. Luego está el deje metaficcional, barato barato, pues cae en la simpleza y la tosquedad, dirigiéndose al lector de forma explícita sin ninguna sutileza. Lo metaficcional es un recurso muy socorrido para el que no tiene ideas. Este libro es un claro ejemplo de un autor que cree que puede salvar la banalidad que nos presenta a través de guiños metaficcionales,
véase: "En
Bonsái prácticamente no pasa nada". No hay nada más triste
que ser consciente de la banalidad de lo escrito y añadir un artificio para
intentar solventar el problema, lo cual no resuelve sino que multiplica la
banalidad. Por si esto fuera poco, intenta solapar realidad y ficción a través
del bonsái que aparece dentro de la historia y que se corresponde con el título del libro, otro
recurso que eleva el hedor por su tratamiento superficial y por la obviedad de las conexiones. No veo más que recursos añadidos gratuitamente
para intentar salvar lo insalvable: no tener nada que decir.