Austerlitz
de W. G. Sebald.
Esto es una mezcla de Zweig y Bernhard pero en estático, sin
ritmo, a cámara lenta, masticando las palabras cuarenta veces, como recomienda
la ley, logrando que el texto resulte bastante aburrido. Un narrador que nos
cuenta lo que otro narrador le cuenta (véase la pareja austriaca anterior) e
incluso a veces otro narrador más incrustado en el interior (en jerga:
narradores intradiegéticos). Sebald sabe escribir, el problema es que es
plúmbeo. La suma de enumeraciones anodinas, descripciones tan excelsas como
irrelevantes y un estilo parsimonioso, castigan mucho a los párpados. El tema
central es la memoria y cómo la identidad, en gran medida, se sustenta gracias
a los recuerdos. El texto muestra el intento de Austerlitz por descubrir su
pasado y hacer brotar esa sensación de pertenencia que nunca tuvo. Incluye
fotos en blanco y negro (capturas de un instante, que lo inmortalizan y hacen
que se repita eternamente), charlas sobre sus padres adoptivos, recuerdos
fugaces sobre su familia original, su huida de República Checa durante la
Segunda Guerra Mundial, etc. Una novela que deleitará a los que disfrutan con
esos personajes que escarban por los callejones más oscuros de la memoria con
el fin de reconocer algo sólido y aferrarse a ello.