27 de diciembre de 2016

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Para ser visible en las búsquedas hay que escribir textos optimizados para SEO, es decir, los buscadores no sólo buscan, sino que determinan el contenido. Desde un punto de vista creativo, la calidad no importa, sólo se valora el número de veces que se repiten las palabras clave, la precisión del título, la eficacia de la descripción, los hipervínculos...

Y es que los buscadores no buscan, encuentran directamente lo que quieren. Esa búsqueda no es inocente, sitúa en primera posición lo que considera relevante de acuerdo a unas fórmulas cuantitativas, no cualitativas. Esto es una forma de discriminación que puede resultar muy peligrosa, ya que rechaza todo aquello que no atiende a unas normas que el propio buscador establece. Conceptualmente, esto no se aleja mucho de lo que es una dictadura. Quizás habría que empezar a pensar en los buscadores como algo que no debería estar en manos de empresas privadas. No tengo ninguna duda de que estamos ante una sutil y apenas perceptible dictadura de la información.

Lo más grave de todo es que la calidad ha dejado de ser un factor que pueda competir contra la visibilidad y el número de visitas. De ahí que la inmensa mayoría de textos sean meras excusas, agrupaciones de palabras en el orden adecuado, para desplegar todo tipo de anuncios o hipervínculos que generen una imagen de producto o te dirijan al lugar en el que debes comprar lo que te venden.

Así, el lenguaje pasa a ser, no ya un medio de expresión interna, individual, en el que predomina el valor del contenido, sino simple información irrelevante cuyo fin es existir para vender algo que se anuncia alrededor. Como si el lenguaje se pusiera en la piel de la luna, sólo visible a través del reflejo de la luz solar. Adivinen quién es el sol.


*Y no poner un título razonable para cada entrada se convierte en una forma de resistencia. Y seguir en blogspot y no cambiar a wordpress también.

20 de diciembre de 2016

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Si el ser humano construye todos los significados a nivel social y cultural, las obras que no son capaces de esquivar esos constructos son irrelevantes, pues no hacen más que enjuagarse la boca con falsas verdades. El arte debe dirigirse al corazón de lo no construido social y culturalmente, al núcleo de lo universal, sin confundir "universal" con "humano".