31 de mayo de 2014

Retrato de un somnífero

Nada de Blake Butler.

Blake piensa demasiado y no puede dormir. Decide abrir su cerebro insomne para el lector. Hasta ahí bien. Atlanta, tenemos un problema... Blake dice lo primero que se le ocurre y lo oscurece a través de la prosa para camuflar su vacuidad. Dice así (traducción mía): "El sistema del cuerpo creativo de Warhol de la misma forma acecha sin descanso, sonambulando apagado, operado por apéndices de voluntad indefinida, creando una réplica de una nada en la que el error humano gotea y embadurna y está todavía ahí y nunca no vivo a pesar de su tácita, esfera reflexiva intencional". Campeón de campeones en decir paparruchas y que parezcan algo trascendental (por no hablar de los esguinces sintácticos). Resumiríamos el libro entero con la frase de Nietzsche: "algunos enturbian sus aguas para hacerlas parecer más profundas". Si te quedas con ganas de más, Blake cita a Foucault para defender que "la verdad de la locura está en el automatismo que no tiene lógica [...] siendo el hombre la verdad de todo lo que no tiene razón [...] ya que surgió de un acto desinteresado". Muy bonito el intento de justificar la escritura aleatoria. ¿Quieres más?, ahora en modo petulante: "Entre toda esa informidad, hay ciertos momentos que emergen de la calma–que parecen dar contexto a la rotación de las noches alrededor de él, a pesar de su misma arquitectura sin perímetro–tiempo envejeciendo también entre el tiempo". ¿Más? Notas al final del libro con referencias y links de internet, intentando imitar a David Foster Wallace sin sentido. Cuando le apetece te mete la historia de todo lo que se le ocurre, evolución de la humanidad, la tecnología... ¿para qué? (aunque lamentablemente es la parte más entretenida). No consigue, como Wallace, que el lector se concentre en el lenguaje y reciba esa sensación de hiperconsciencia. Porque Blake quiere mostrar que es tan inteligente y tan hiperconsciente de sí mismo que no puede dormir porque no puede dejar de pensarse (esto también se conoce como egocentrismo). El problema es que Blake no tiene aptitudes suficientes. Él mismo es consciente de la confusión que genera y se excusa diciendo cosas como "cuanto más cerca estás más difícil es entenderlo". Podríamos decir que es un remix de La broma infinita, La casa de hojas y The Age of Wire and String (las notas y el pensamiento concentrado se asemejan a Wallace / las expresiones como "habitaciones dentro de habitaciones", "la casa dentro de la casa" y las descripciones arquitectónicas recuerdan mucho a la novela de Danielewski / cuando usa términos como air y meat para crear ciertos simbolismos oscuros se parece mucho a Ben Marcus). Un remix vago y ambiguo cuyo pilar principal es el ego del autor.

29 de mayo de 2014

All That Follows

Lennie sopla de Jim Crace.

Un saxofonista, un secuestro... Leí 90 páginas aprox. Si bien el principio me pareció excelente (la parte en la que describe cómo toca Lennie es de un nivel altísimo), a las pocas páginas se desinfla. Seguí leyendo al tran tran hasta que ocurrió algo que me pareció del todo inverosímil y lo dejé. Hay alguna frase interesante y la prosa no está del todo mal, pero no hay dinamismo, el desarrollo es muy estático y se hace algo repetitivo. Hay un anzuelo que morder para aguantar hasta el final, pero bajo mi punto de vista, no es suficiente, el recorrido debería mostrar más calidad literaria o más variedad.

26 de mayo de 2014

Mortal Kombat Panfleto

Los combatientes de Cristina Morales.

Menuda es Cristina... Se atreve a utilizar el sexo como provocación sin saber el precio de una caja de condones Durex de 12 ("13 euros" dice). Un escritor joven, al que en teoría lo único que se le exige es que deje las frases más o menos arregladas y que maneje bien su entorno inmediato, no puede recurrir a lo urbano sin dominar el tema. No haber follado no es algo malo, lo malo es presumir de follineti y ser virgen ("¡presente!" dice el himen). Cristina tira de sexo, calle, palabrota, polémica de géneros, lenguaje coloquial... Intenta conectar con los jóvenes y remover sus conciencias. Es un texto que quiere ser revolucionario. Peeeero... es más ensayo que novela y no es compacto. Parece un lienzo donde la autora ha soltado sus ideas sin hilvanar una historia coherente. Pedacitos sueltos de información, deslavazados. Todo vale. Aparte: demasiado sexo gratuito, demasiadas ganas de causar sensación e incomodidad en el lector, demasiadas referencias que no aportan nada ("sólo alguien a quien le repugna su propio sudor puede querer interpretar a Séneca"), algún que otro fallo ("vienen de adonde"), alguna superficialidad con ínfulas de existencialismo ("uno sólo es uno mismo cuando está muerto"), blablabla sobre nihilismo, etc. Aparte: defiende una actitud beligerante como modelo de cambio social (aquí choca su ideología con la mía) y hay guiños al feminismo (aunque diga lo contrario). ¿Qué consigue? Invitar a la juventud a que no se quede parada, a que se active y luche para lograr algo mejor. ¿Qué no consigue? Escribir una novela de calidad, bueno, ni siquiera una novela, más bien es un brainstorm ideológico. Y la prosa... No hay arquitectura literaria por ninguna parte.

20 de mayo de 2014

24h/m

Veinticuatro horas en la vida de una mujer de Stefan Zweig.

Una mujer se enamora de (se obsesiona por) un jugador de ruleta e intenta sacarle de su vicio. Zweig es un maestro de la prosa, eso está claro. Esa maestría se puede apreciar en la parte en la que la mujer describe las manos del jugador: brutal. Sólo por eso ya merece la pena el texto. Aparte, también cuestiona las pasiones humanas. Si bien la mujer siente un amor pasional repentino, en un período corto surgen sus emociones, el jugador lleva con su ludopatía (pasión por el juego) bastante más tiempo. Zweig explota la contraposición de la pasión repentina frente a la pasión construida a lo largo del tiempo y enfrenta la vida monótona de la mujer, donde esa pasión sorpresiva rompe la rutina y salpimenta su vida, con la del hombre que vive en un constante apasionamiento. Podríamos decir que enfrenta lo apolíneo y lo dionisíaco. La vida monótona quiere beber de las vidas apasionadas, mientras que el apasionado no quiere prescindir de esa llama interior y caer en una vida monótona y rutinaria. Buen libro.

17 de mayo de 2014

Sin Amón

Las tiendas de color canela de Bruno Schulz.

Glotón del adverbio, el adjetivo y la metáfora, cada relato un paisaje cromático donde abundan las formas y escasea el contenido. Las dichosas historias humanas con redoble autobiográfico, papá era maravilloso, mamá hacía unas lentejas riquísimas, el sol de aquel verano golpeando en las hojas de los árboles, etc. La sensación es que vengo comido y me empiezan a meter en la boca un montón de metáforas y lenguaje poético que bajo mi punto de vista no se sostienen al lado de un contenido tan flojito, o mejor, como me pasó con Vidas minúsculas de Michon, la prosa es tanto y el contenido tan poco que se produce un eclipse y este lector aprovecha las tinieblas, la oscuridad puntual, para pasar a otro tema sin que nadie lo vea.

15 de mayo de 2014

So-hez

Última salida para Brooklyn de Hubert Selby Jr.

Cabrón, tetas, whisky, qué guapo el buga, jodido maricón, burdel, hijoputa, te rajo, etc. Buque insignia de la vulgaridad, aguanté 40 páginas antes de chocarme contra el iceberg de la sensibilidad estética. Un libro que saca pecho por retratar los bajos fondos neoyorquinos: catedral de la palabrota, mausoleo del garrotazo vikingo. Detrás de la excentricidad, la navaja y la palabra malsonante podríamos rescatar, de refilón, el estilo, que de alguna manera es ágil. Que esta novela tenga la etiqueta de "uno de los libros más míticos de la literatura norteamericana" no es sino un canto al mal gusto, o en el lenguaje de nuestros amigos brooklynianos, una puñalada trapera.

12 de mayo de 2014

Minusculatura

Vidas minúsculas de Pierre Michon.

Relatos que funcionan como minibiografías de personajes y miniautobiografías del propio autor. La prosa, sustentada por frases largas que juegan mucho con los signos de puntuación, es tremenda, una calidad poética incontestable, de lo mejorcito que te puedes encontrar (me recordó a Bufalino). Problema: la temática es anodina y la prosa poética es tan abrumadora que se come al resto de elementos. Exceptuando el relato Vida del tío Foucault que me pareció excelente en su totalidad, los demás resultan poco interesantes y no sobreviven al desequilibrio que genera la prosa; las historias apenas brillan a través de la monstruosidad estilística de Michon. La sensación general es que el autor quiere mantener la narración con la calidad de su prosa, sin preocuparse del contenido o de la intensidad de los sucesos, pero queda claro que sólo con eso no basta.

9 de mayo de 2014

Lo que necesitas es...

Amok de Stefan Zweig.

Bien escrito, como nos tiene acostumbrados el amigo Stefan, y con un toque obsesivo que cuestiona y retuerce la moral tradicional. Un médico que vive aislado en Indonesia se vuelve loco por una mujer que llega a su consulta para pedirle de estrangis un aborto. Amok es una expresión indonesia que designa la obsesión/arrebato de ira que aparece de repente en un hombre, haciendo referencia al médico. La historia llega a través de otro personaje que va en un barco y se encuentra al susodicho. Total que el médico es un guarrete e intenta conseguir sexo a cambio del aborto. La otra se niega y el médico se queda atrapado por sus encantos y por esa relación de poder misteriosa que se establece entre ellos. La persigue hasta su casa y descubre que, tras una mala praxis de un curandero, bebé y madre han expirado y se siente obligado a guardar el secreto del aborto. Bueno... Creo que utiliza el concepto de amok para defender la inverosimilitud que transmite la conducta extremadamente irracional del médico (comparten habitáculo unos minutos y se queda pillado). Esa pasión irracional, sin la idea de amok, se indigesta, no cuela. Al final te das cuenta de que el centro de gravedad del texto reside en algo accesorio (la idea de amok, puesto que lo interesante es la relación que se establece entre los personajes, no la irracionalidad del médico) y que si quitamos el collar, éste se engancha en el vestido y la señora novela aparece desnuda, inverosímil. He leído alguna reseña con menciones a Freud y al psicoanálisis y entiendo que quizás Zweig asocia amok con el arrebato repentino de meterla que sufre el protagonista ya que lleva sin follar la tira, sin embargo, lo que sucede después no tiene demasiado arropo ideológico. Me parece que es una buena novela, con sus detalles y su estilo cuidado, pero ni mucho menos la obra tan majestuosa que algunos pintan.

6 de mayo de 2014

Sombreros fuera

Entrevistas breves con hombres repulsivos de David Foster Wallace.

Libro de relatos más autobiográfico (autorreferencial) de lo que parece. Todo es un intento de conexión con el otro, con el lector. Es un libro bastante bueno, aunque es cierto que algunos relatos tratan temas trillados (feminismo, sexo, amor...) de forma demasiado simple y otros son demasiado cerebrales (definiciones de términos, infinidad de nombres propios y marcas, etc.). A veces simplemente trata de retorcer las conciencias para que reflexionemos sobre lo que damos por hecho. Comentarios sobre algunos relatos que me parecen muy interesantes:

- Entrevistas. Wallace quita la pregunta para que el lector llene el hueco y complete la entrevista. Así el lector es un participante activo y al mismo tiempo, puesto que es un libro de ficción y el que contesta es el escritor, se convierte en entrevistador. Esto busca que el lector se meta en el libro y que parezca que las entrevistas son cosa de los dos, sin el lector la entrevista quedaría incompleta.

- Pop Quizzes, los relatos en los que se hace una pregunta al final. La mayoría me parecieron muy normalitos, pero al final Wallace introduce una metanarrativa que lo colorea todo. Cuestiona la utilidad de algunos relatos y la consistencia del conjunto preguntando directamente al lector y reflexionando con él. Duda de su creación e intenta justificarse o disculparse frente al lector. Otra vez, Wallace busca el apoyo del lector.

- El relato de la piscina. Describe todo el proceso de un chaval que sube a un trampolín y justo antes de saltar se acaba el relato. Esta idea está también en "La broma infinita", no te da lo que quieres, va en contra del final gratificante, te niega la satisfacción de terminar el relato, no te permite cerrar el círculo. Esto hace al lector más consciente de su conexión con el escritor (sin él no hay final satisfactorio) y al mismo tiempo te habla del valor del proceso narrativo, es decir, el medio es un fin en sí mismo.

- La persona deprimida. El lenguaje concentrado y repetitivo genera en el lector la misma sensación que la persona deprimida genera en sus amigos cuando llama por teléfono para darles la brasa sobre sus problemas. Wallace intenta ser pesado aposta. Busca apoyarse en el lector intentando transferir, a través del lenguaje, lo que siente y cómo se sienten los "puntos de apoyo" de una persona deprimida. Muestra una capacidad psicológica y una introspección tremendas. Gran relato.

- El onanista con poderes. Muy gracioso. Un chico que se quiere masturbar en el baño del gimnasio y tiene miedo de que le pillen. Entonces utiliza sus superpoderes para parar el tiempo, pero se da cuenta de que si sólo para el tiempo en el gimnasio puede causar alteraciones en el desarrollo global porque alguien puede entrar de repente y ver que la gente está quieta. Entonces tiene que parar el tiempo en el gimnasio y en la ciudad, pero si alguien entra en la ciudad justo en ese momento verá que el tiempo está parado y será un problema. Así hasta que al final es consciente de que tiene que parar el universo entero para poder masturbarse. Microcosmos vs macrocosmos. El yo frente al universo. La idea es que el yo no existe por sí solo, depende de todo lo que le rodea. Es una crítica al solipsismo/egocentrismo, ya que confronta al yo egocéntrico, que busca masturbarse (placer individual, yo, me, mi, conmigo) pero para hacerlo sin ser visto depende de factores que están fuera de él, es decir, hasta para algo puramente individualista hay una preocupación por el otro.

- El hombre que cuenta cómo seduce a las chicas a pesar de tener un muñón en el brazo. El hombre, sabiéndose incompleto físicamente, intenta ligar para estar completo, a través de la aceptación de la chica se vuelve completo. Esto está enlazado con varios relatos del libro. El escritor, para sentirse completo, necesita que el lector lo acepte.

- El violador que coge a una chica en la carretera. El mejor relato del libro. La chica, ya de rodillas en el bosque, justo antes de ser violada, deduce que el hombre es capaz de violar porque ve a la mujer como un objeto. Entonces ella intenta concentrarse para conectar con él y que el violador se sienta conectado a ella y de ese modo desarrolle empatía y no sea capaz de hacer nada. La concentración de la chica se refleja en la concentración del lenguaje, de tal forma que el lector se convierte en la chica. Se comenta algo de que el violador quiere conectar a través del sexo pero es tan vulnerable que necesita tener el control. El escritor es el violador, tiene el control de la narración y te obliga a enfocar a través del lenguaje para generar esa conexión escritor-lector. A través de esa concentración lingüística, escritor y lector conectan más allá del plano físico (sexual), se produce una conexión inmaterial hasta el punto de que llegas al orgasmo de la mano del escritor y del lenguaje. Posiblemente el mejor relato que he leído en mi vida.

3 de mayo de 2014

Pedrada

Stoner de John Williams.

60 páginas bastaron para frenarme. Después de leer varios posts que encumbraban la obra leí el de mi alma gemela reseñística, aquí: Das Bücherregal y lo di por visto. Dícese de la novela en la que no pasa nada, cuya prosa transita los reinos de la mediocridad y la insulsez. Mal escrita no está, todo correcto, no hay fallas, pero es que parece que la ha escrito un robot. No hay creatividad ni expresividad alguna, a nivel estilístico no sucede nada. Lo peor de todo es que a nivel de contenido tampoco. John es un tío listo, tira el anzuelo del personaje que lo deja todo por la literatura (metal frío que todo lector apasionado de los libros morderá en un impulso irracional de identificación) y a partir de ahí todo coser y cantar, sólo tiene que mover el texto con su prosa aséptica y dejar que el hechizo haga su efecto. Sobrevalorada hasta el extremo.