31 de julio de 2013

Bienvenidos a un mundo mejor

13,99 euros de Frédéric Beigbeder.

Crítica a la publicidad, al capitalismo y a la sociedad de consumo. Un publicista forrado que toma drogas, se va de putas, viste ropa cara… y desde dentro, experimentando a fondo cómo vive un rico en la sociedad de consumo, ataca al sistema. El estilo es como un puñetazo en la boca, rápido, ágil, efectivo, como cualquier anuncio. Esa velocidad de la prosa consigue transmitir mucha energía transformadora, se perciben esas ganas de cambiar las cosas, al mismo tiempo que refleja el absurdo de la sociedad en la que vivimos donde todo va muy rápido y casi no hay tiempo para reflexionar sobre lo que se consume. Sin demasiados rodeos, coloca delante de ti los elementos dañinos de la sociedad consumista e intenta desnudarlos y reaccionar ante ellos. Reproduce eslóganes, introduce anuncios entre capítulos, comparte datos sobre el mundo de la publicidad… Hacen falta más novelas así, ácidas, con crítica social, con ideas, sin miedo, con ganas de cambiar las cosas. Quizás no responde a un concepto literario de pureza, porque es una novela más irreverente que artística, más cínica que espiritual, pero funciona. El final se le va un poco de las manos, incluyendo violencia gratuita y algunos juegos de palabras excesivos, pero en general merece la pena. No es una obra maestra de la literatura, pero sí un libro que todo el mundo debería leer por lo menos para despertar.

30 de julio de 2013

Érase una vez Belinchón

Manual de literatura para caníbales de Rafael Reig.

Es probable que este libro tenga sus virtudes y esté bien escrito y sea original, pero no pude con él, se me atragantó desde el principio, y es una de esas veces en las que estoy seguro de que tanta culpa tengo yo como el autor (normalmente la culpa es toda del autor, porque yo lo valgo). La verdad es que esperaba algo más nítido, menos disperso, menos ficcional. Creo que un libro que intenta explicar la historia de la literatura en español no debería dar tanto espacio a tramas internas de ficción y menos si son tipo telenovela con toppings humorísticos. La idea es buena, puede haber ficción y contenido histórico, pero creo que en este caso hay demasiada dispersión, la ficción es excesiva y no está bien integrada. Llega más la ficción que el contenido. En mi opinión, los argumentos se deberían exponer con un estilo más pasivo, de hecho, el texto es más efectivo cuando el narrador adopta una posición más descriptiva y expositiva respecto a la información que quiere transmitir. Hay un desequilibrio en la narración entre lo creativo (lo que crea el autor) y lo expositivo (la información que expone). También esperaba algo más moderno. Creo que falla la forma de narrar, el léxico que se utiliza y lo que sucede en esas tramas internas, porque desprenden un tufillo a antiguo que no resulta nada atractivo para un lector más joven y más cercano a la literatura moderna. O el autor lo tenía muy claro con el tipo de lector que buscaba, o ha estado corto de miras. Si a todo esto le sumamos que no soy un gran amante de los clásicos de la literatura española... Mitad tú mitad yo, Rafa.

28 de julio de 2013

Humo, mucho humo

Hijos apócrifos de Víctor Balcells Matas.

Jovencito. Talento Fnac 2013. No escribe mal, tiene algún destello, buen ritmo y la prosa es potente (a pesar de...), lo que ya es mucho decir de la primera novela de un joven español en relación a lo que estamos acostumbrados a encontrar. Ahora vamos con lo negativo, que no es poco, y empaña bastante lo que podría haber sido un buen debut. El contenido es inexistente, no hay una verdad, no hay un mensaje, no aprendes nada leyendo. Para paliar esta carencia, el autor fundamenta su prosa en las apariencias y nos presenta un colorido baile de disfraces. Encontramos muchas frases vestidas de profundidad pero que en el fondo están vacías. Ejemplo #1: una pelea en la que "no hay diferencia entre el bien y el mal" por su cualidad de "masa confusa y única de golpes" refleja "la unidad indisoluble y compacta que siempre buscaron los poetas y filósofos". Se entiende lo que quiere decir, ¿y qué?, es un comentario gratuito, algo que en sí mismo no tiene profundidad, ni aporta nada al texto, pero que quiere transmitir cierto aire filosófico o de sabiduría. Ejemplo #2: "apretó el acelerador con rabia y lascivia, y el sexo debía de ser eso: un ruido que asciende, un motor inquebrantable", otra frase que no aporta nada, ni viene a cuento en ese contexto, está ahí por el efecto. Ejemplo #3: "Todo cambia pero nosotros cambiamos cada vez menos", así de gratis, sin explicar nada, para generar sensación de profundidad que en realidad no existe. Ejemplo #4 con faltas de ortografía incluidas: "La distancia entre los amigos. Una mesa con el plato de sopa hirviendo. Calor y separación, ¿No será este nuestro destino? ¿Ir apartándonos, crecer en volumen y explotar sobre un retrete?", si alguien entiende esta frase pseudofilosófica que me la explique. Pues eso, mucho maquillaje y poca magra. Luego están las frases que quieren ser cómicas y no pueden: "Adoro el tecno, es como hacer fuego con dos piedras. Yo diré que el hombre prehistórico fue el inventor del tecno", o los tres personajes que se llaman "Jean", "Paul" y "Sartre" (como el filósofo), o incluso el licor que se llama "Béla Tarr" (como el director de cine), muy intelectual y muy gracioso todo. El tema de las faltas de ortografía no me suele preocupar, pero aquí hay demasiadas (culpemos también a la editorial). Subrayar una muy gorda, "se espande" (p. 197) y otra recurrente, "quién", que  aparece con tilde varias veces cuando ésta no es necesaria. Sumemos a esto los diálogos de dudosa factura: "-Guillermo. -Qué -contestó Guillermo."; algún que otro cliché rollo buscar tesoros, encontrar un baúl, cantar victoria antes de abrirlo y descubrir que está vacío; y una de las peores, incluir fotos de forma gratuita, lo que me obligó a echarme las manos a la cabeza y empezar a dudar sobre mi capacidad para leer el libro entero, el cual leí en diagonal desde el ecuador, lo que no me impidió descubrir la previsibilidad de la trama. Hay bastantes fallos, pero veo potencial. Si se centra y asume su falta de profundidad y deja de maquillar las frases y de ser pretencioso, en un futuro puede conseguir algo interesante.

26 de julio de 2013

Fictionary

Un momento de descanso de Antonio Orejudo.

Bien escrito, temática interesante, toques de humor. Dicen novela de campus. Digo novela que expone los entresijos de la institución universitaria enfrentando realidad y ficción. Ese enfrentamiento sucede a nivel narrativo, alternando datos reales con ficción y con algunos movimientos de la trama, e intenta reflejar que el conflicto también aparece en la vida cotidiana. El autor cuestiona los principios morales individuales, siendo éstos una especie de ficción frente a la cruda realidad, al mismo tiempo que la cruda realidad puede estar basada en una mentira, en una ficción. Frontera borrosa entre realidad y ficción. ¿Qué debemos hacer? ¿Denunciar la injusticia y arruinar nuestra vida o ignorarlo todo y beneficiarnos? La novela pone a prueba la pureza moral de los personajes y en un principio ellos responden positivamente, haciendo honor a la justicia, pero acaban viendo cómo su vida se desmorona. Lección aprendida, al final de la novela uno de ellos llega a la conclusión de que es más fácil darse un momento de descanso y dejar que la realidad se imponga a la ficción individual, rechazando los principios morales, dejando que la injusticia triunfe con el fin de abrazar el beneficio y poder disfrutar de la vida cómodamente. Creo que esto funciona también como una crítica al capitalismo y a la sociedad actual en la que no importa cometer una injusticia para conseguir un beneficio personal. Más allá, creo que el autor nos dice que el hecho de crear una ficción nos hace sentir especiales, de ahí que de alguna manera tanto el escritor como el que tiene principios firmes introduzcan ficción en la realidad. Por eso los personajes defienden sus principios morales aunque arruine sus vidas, porque esos principios son su ficción, lo que les hace diferentes; por eso el escritor no se limita a hacer una novela realista sino que añade elementos ficcionales, el ingrediente que lo hace especial. Buen libro. Uno de los mejores escritores españoles de la actualidad.

25 de julio de 2013

Mucha teta y poca testa

Leonardo de Guillermo Aguirre.

"El objetivo último de una novela es contar una historia" dice el autor en una entrevista, y así nos va. Ya le han comido el culo unos cuantos en sus reseñas. Como doctor de a pie que soy he de decir que el ano en cuestión está lleno de almorranas, antes de emitir lengüetazos comprobad el orificio. Yo pensaba que eso de contar historias era más de taxistas, panaderos... y que la literatura, concebida como arte, la única que puede responder satisfactoriamente a dicha denominación, requiere de ciertos recursos literarios y un mínimo de contenido. Si una novela es válida siempre que cuente una historia, cualquier texto valdría para ser publicado y me temo que no es así. Si nos pusiéramos duros y sólo aceptáramos como literatura lo que tiene rasgos artísticos, este libro no sería literatura. Porque escribir un texto monótono que simplemente cuente una historia (chico conoce a chica, se van a vivir juntos, chico pone cuernos, chica descubre, etc.)... bueno es que eso no es ni una historia, es que es hacer un sofrito con el mismo aceite y los mismos ingredientes que han usado 200 antes que tú. Adentrémonos. Usa muchas referencias (Freud, Shakespeare, mitología, etc.) sin que aporten gran cosa al texto, como si éstas aumentaran la autoridad del narrador o su sabiduría. Atiborra el texto de paréntesis y guiones aclaratorios sin sentido ("pesquisas posteriores -o anteriores-"), que ni siquiera se sabe por qué alterna entre unos y otros, los cuales no funcionan como recurso literario sino como obstáculo del ritmo. El protagonista rechaza la política para más tarde hablar de ella, lo que refleja un personaje inconsistente. Construye imágenes infantiles ("me sentí como un agente de la CIA que ha sido puesto al descubierto"), que encima la frase suena mal. Una de las cosas que más tirria me da es que usa expresiones extranjeras de las que se ponen en cursiva ("une extravagance physique", "sotto voce", "ma faute à moi") sin ningún motivo, por el simple hecho de exhibirse, para parecer un intelectual de pies a cabeza. Sinceramente, la prosa destila tanta arrogancia, quiere ser tan grande, hay tanta pose en las palabras y quiere rizar tanto el rizo (todo esto al lado de un argumento monótono y un contenido invisible), que me parece que es uno de los libros más pedantes que ha pasado por mis manos, y aclaro por si acaso: es pedante porque el contenido no acompaña a las piruetas de la prosa, lo que hace que ésta resulte efectista y superficial. También rezuma cierto ombliguismo, ya que el protagonista narra con las orejeras puestas y no ve más allá de sí mismo, como si todo estuviera enfocado hacia el narrador, y en consecuencia, se advierten las ganas del autor de lucirse a través de dicho personaje, lo que se podría llamar "prosa egocéntrica". Bueno, y lo de la teta... ¿un símbolo de qué?... Mejor lo dejamos.

La masía

Niños futbolistas de Juan Pablo Meneses.

No es novela. Periodista que se intenta adentrar en el negocio del fútbol y comprar un futbolista sudamericano menor de edad, o al menos esa es la intención para mantener la frivolidad. Es entretenido y se deja leer, pero no creo que comparta nada que no sepamos (los niños son mercancías, la mayoría son pobres, el dinero es lo primero, a los padres no les importa vender a su hijo, el gran negocio está en Sudamérica, etc.). Lo más interesante es la información que alguien ajeno al mundillo no podría conocer, aunque no hay demasiado... algunos asuntos relacionados con la FIFA, los comentarios de algunos "cazatalentos", alguna anécdota sobre Messi, las estrategias mercantiles de algunos clubes... No creo que satisfaga enormemente al amante del cotilleo futbolístico, pero para pasar el rato sí da.

24 de julio de 2013

Una mina

Tierra y cenizas de Atiq Rahimi.

Novela cortita. Los rusos masacran una aldea afgana. El protagonista pierde a casi toda su familia excepto a su nieto y quiere ir a la mina a visitar a su hijo (el padre de su nieto) para contarle lo sucedido. Narrador en segunda persona que se mezcla con diálogos y algunos sueños. Reconozco que me sorprendió. No es espectacular en su argumento o en su contenido, pero toca la fibra de una forma muy sutil. La narración en segunda persona está muy bien llevada y consigue que el lector se sienta protagonista, algo que le da mucha fuerza al texto. El estilo es sencillo, pero en este caso es una virtud porque sin demasiada descripción uno se siente en el lugar y siente la desolación de los personajes y al mismo tiempo esa tranquilidad que transmiten a pesar de la tragedia. Y lo del niño sordo...  Insisto: muy sutil todo. Una fragancia delicada en un pequeño frasco. Buen libro.

23 de julio de 2013

Durán no dura

Blanco nocturno de Ricardo Piglia.

Pocas páginas duré. Juzguen ustedes: "bailaba muy bien la plena en los salones dominicanos del Harlem hispano de Manhattan, Durán entró de animador en el Pelusa Dancing, un café danzante de la calle 122 East a mediados de los años sesenta, cuando recién había cumplido los veinte años". Excusando lo de "café danzante" que quizás sea una expresión sudamericana o algo así, sobran cifras y nombres propios. Abro al azar, página 80: "Yoshio", "Croce", "Unzué", "Calesita", "Souto", "Saldías", "Croce y Saldías", "Cueto". Todo eso en una sola página, innecesario, irrelevante. Abro al azar, página 159: "Huergo", "Croce", "Renzi", "Hilario Huergo", "Tácito", "Hermanos Rivero", "Tape Huergo", "Tape Huergo", "Lucifer". Así hasta el infinito y más allá. Abro al azar, página 250: "Olavarría", "Lucio", "Lucio", "Larguía", "Lucio", "Luca", "9.20", "21.20", "Estados Unidos", "Sofía". Tiene tantas ganas de crear una ficción verosímil que se hincha a dar nombres propios y números. Error. Cuando sobrecargas la hoja con elementos que sirven para que la ficción parezca más real, ésta resulta menos real, porque el esfuerzo del escritor en hacerla parecer real salta a la vista. Será una especie de tic que tiene el autor, un irrefrenable gesto del brazo que cada veinte palabras le obliga a enfatizar el realismo de lo escrito. Por educación y respeto uno intenta soportar el tic, pero es imposible, acaba imponiéndose y consigue que la lectura sea insostenible. Más allá del realismo que se quiera imprimir, si en cada página menciona a cinco o seis personajes es porque algo falla. La construcción narrativa es defectuosa, un texto nunca obliga a ser repetitivo, esa trampa se la tiende el propio autor a sí mismo, por lo que debería buscar otros caminos.

21 de julio de 2013

You Tube

Todo va bien de Socrates Adams.

Va de un tubo que es como un hijo para el protagonista, pero por muy guay que pueda sonar, no te emociones. Crítica al mundo laboral contemporáneo con gotitas existencialistas, con más o menos humor (una ligera sonrisa una vez), con poco acierto. Tiene alguna idea original, pero falla el desarrollo. La escena de los Alpes me parece un cliché de los gordos. El ritmo es bueno, se lee del tirón. La prosa es sencilla, por no decir mediocre, porque amigos, estamos ante la jugada maestra de la (post)modernidad: narrador primera persona que es medio tonto y permite al autor no profundizar y no esforzarse con la prosa. No hay excusa para que el texto sea tan pobre. Y me da pena, porque todo camina hacia el mínimo esfuerzo. Los supuestos narradores del futuro (Lin, Brooks, Adams, di Grado...) presentan personajes subnormales, o en su defecto adolescentes, con el objetivo de esconder sus deficiencias narrativas. En el texto de Adams puede haber cierta crítica social, de acuerdo, aplaudimos el intento, pero faltan recursos literarios. Lo mismo de literatura hay en este libro que en la piedra lanzada contra La Moncloa, hay que tener un poco más de estilo.

Humor tobillero

Lo mejor que le puede pasar a un cruasán de Pablo Tusset.

Como considero que no es un intento de hacer literatura seria, no voy a entrar al trapo. Simplemente voy a decir que es un texto humorístico de baja calidad que duró menos de 20 páginas frente a mis ojos.

19 de julio de 2013

Así de básico

Alba Cromm de Vicente Luis Mora.

Lo primero es tener fuerzas para ver la portada, aguantar el vómito y que todavía tengas ganas de seguir adelante. Después del esfuerzo, llegué hasta la página 50. Leí tanto porque iba en el tren y no tenía otro libro, ni mp3, y una parte de mí decidió recrearse en la mediocridad del texto. Este tipo de libros son un deleite, una sorpresa constante, porque te puedes encontrar, por ejemplo, que las primeras páginas busquen la carcajada infantil mediante la oposición a la moral establecida, es decir, si la pederastia es algo malo, el genio literario del que nos ocupamos hoy decide poner unas imágenes y un texto que celebran la pederastia, y ya de paso denigran a la mujer, así de básico. ¿Más? Te puedes encontrar que a un personaje le den el Pulitzer por una novela cuya estructura ha sido generada aleatoriamente por el viento, moviendo las hojas escritas, y puedes ver cómo el narrador se regocija de ello, así de básico. Te puedes topar con una chica que está "imponente de guapa" o con fenómenos como "extractar las frases". También vas a ver juegos de palabras nivel patio de colegio como plurales rollo "particular.es", con reiteración y alevosía, así de básico. ¿Más? Te puedes encontrar que el autor se está haciendo sus pajas mentales y que el texto no se mueve, que las palabras no salen de su cabeza, están en el papel pero no han traspasado la frontera craneal, como si el texto flotara en el cerebro del genio. ¿Más? Cerca de la arcada, aún encontrarás alguna que otra imagen haciéndose la graciosilla, comentarios de blogs, emails, artículos, todos con pose moderna, para la foto, así de básico. Me atrevería a afirmar que estamos ante el inventor de la metatontería, tiene mérito. Es el primer texto que es una tontería que se autorreferencia a sí misma con más tonterías y crea una especie de payaso de Micolor oculto entre las frases que te persigue hasta que cierras el libro.

18 de julio de 2013

Eros y Thanatos

Sobre el amor y la muerte de Patrick Süskind.

Amor y muerte, ensayo que reflexiona acerca de, o lo intenta. Decepción. Analiza todo de forma simplista, no profundiza demasiado. A veces llega a conclusiones que no justifica. Mucha referencia a escritores, a la mitología y a ejemplos de la vida cotidiana, pero faltan ideas, se echa de menos alguna reflexión con profundidad que ilumine rincones oscuros. Si uno se pone a reflexionar, debería hacerlo seriamente, con todo el equipaje, y no empezar a decir tonterías y a simplificar sobre dos temas tan importantes. Que conste que es un autor que me gusta en su faceta novelística.

Cardo Thodol

Cómo viven los muertos de Will Self.

El tema de la muerte y demás me interesa. Cojo este libro e inmediatamente deja de interesarme. Lees 20 páginas y te entran ganas de tirarlo por la ventana, la biblioteca no lo echaría de menos. El autor intenta hacerse el gracioso con el tema de la muerte, y mira que tiene posibilidades, pero es incapaz, estos ingleses... La prosa es normalita tirando a bodrio, el desarrollo es aburrido, el argumento no transmite, no atrae, los personajes parecen colgar de un tendedero de palabras... Mejor no.

16 de julio de 2013

Profident

Providence de Juan Francisco Ferré.

-¡Insolente! ¿¡Por qué lo has dejado en la página 85!?
-No es mi culpa, la prosa no es buena y se hace pesada, hojas y hojas para relatar escenas y situaciones que no son significativas, la proporción entre palabras e información está descompensada, demasiadas palabras para tan poco contenido.
-¿Y el estilo?
-Malo, no disfruto leyendo, no hay imágenes ni metáforas, nada interesante, aparece todo muy intelectualizado, se nota que hay un filtro mental entre lo narrado y el lector, pesa mucho el narrador.
-Pero sí que hay sexo y violencia, ¿no?
-Sí, de efectos especiales anda sobrado.
-¿Y que hable de cine no te interesa?
-Eso no es hablar de cine, es intentar utilizarlo en tu favor y que la falta de profundidad se vuelva en tu contra.
-¿Pero no es algo de realidades superpuestas a lo David Cronenberg?
-Eso dicen algunos, pero yo no he visto el contenido por ninguna parte, es que no se ha levantado ni una ligera brisa con promesas de significado.
-¡Eres un desgraciado! No le has dado tiempo para explayarse, ¿qué va a hacer el pobre hombre en 85 páginas?
-Pues muchas cosas: demostrar que no sabe medir su verborrea, que dentro de esa jungla de palabras no guiña el ojo ni una, que su prosa es desértica, que casi todas las palabras funcionan como significante, que no hay imágenes, ni hay metáforas, que no tiene ingenio para que el anzuelo que se tiende al lector no sea el típico de novela negra, que utiliza el sexo y la violencia de forma gratuita, que las referencias a otras disciplinas son muy bonitas, pero si no están respaldadas por cierta profundidad, son un síntoma de flaqueza, ninguna persona necesita más de dos muletas para desplazarse.

15 de julio de 2013

Frost

Helada de Thomas Bernhard.

Primera novela del maestro. Obsesión y muerte y discurso psicológico y filosófico. El narrador en primera persona es enviado a un pueblo (tan fresquito como Burgos) para observar a un pintor y éste se va abriendo poco a poco con diversos comentarios y reflexiones. Narrativa en la que hay un narrador en primera persona y se van incluyendo frases del personaje observado. Es un buen libro, si bien el estilo no fluye tanto como en sus obras posteriores y puede resultar algo cansino para el que no valore las ideas del autor. También falta cierta nitidez, se dispersa demasiado, aunque es algo voluntario ya que se menciona en el texto la imposibilidad de retratar completamente a una persona (la identidad de un individuo sólo puede ser observada y analizada en fragmentos, pues los comentarios y las acciones aisladas no llegan a las profundidades de la personalidad). Una vez más, la naturaleza se erige como algo inevitable que subyuga al ser humano y las palabras se muestran incapaces de describir con claridad el dibujo.

Doritos

Alguien te observa en secreto de Ignacio Martínez de Pisón.

Relatos. Buen estilo, poético-emotivo, suavemente se desliza, con cierta oscuridad y simbolismos varios. No transmite una verdad o algún tipo de mensaje crucial para la humanidad, pero maneja bien los tiempos y los espacios. Siendo un libro de 1985, supera a muchos textos nacionales "contemporáneos".

10 de julio de 2013

Mirlos cantores

Diario de Kosovo de Ismail Kadaré.

Interesante. No es ficción. Esboza, pinta, dibuja, traza un cuadro sobre los conflictos ocurridos en Kosovo en el siglo 20. Pinceladas que describen la historia de Kosovo y la injusticia cometida, principalmente, las masacres perpetradas por los serbios contra los albaneses después de la WW2. Critica la crueldad serbia, la oscuridad informativa que los propios serbios extendieron para que no se conociera la verdad en el resto del mundo, critica a los países, incluido Albania, que no alzaron la voz para defender los derechos humanos ni ayudaron, critica la poca importancia que el conflicto ha tenido históricamente, etc. También describe la atmósfera de tensión que se vivía en el momento. Al final, para ayudar a los albano-kosovares, se bombardeó Serbia, lo que el autor utiliza para poner sobre la mesa el conflicto moral que supone dicha acción. La segunda parte del libro está hecha con artículos y cartas y se hace más repetitiva. En general bien, ayuda a entender el conflicto vivido en los Balcanes. Información que uno adquiere e impacto emocional por las víctimas, la falta de humanidad y la injusticia.

8 de julio de 2013

Asterlin y Oberlin

Lenz de Georg Büchner.

Amago de biografía del archidesconocido escritor de mismo nombre. Había leído que era uno de los mejores relatos sobre la esquizofrenia... Ni de coña. Creo que la enfermedad mental es descargada en el lector a través del entorno y del típico "no sé si es real o es un sueño", en vez de presentar introspecciones
profundas del personaje. Esto hace que la enfermedad, algo interno por naturaleza, pierda fuerza y credibilidad, puesto que es descrita principalmente a través del mundo exterior. Por supuesto, el estilo también influye y en este caso no es potente. Más: algunas de las reflexiones que quieren ser espirituales, casi introspectivas, son algo difusas. Y: no sé cómo, pero a pesar de ser un libro cortito, las descripciones se hacen cansinas. Otro problema: la inevitable comparación. En cuanto me adentré en la lectura pensé en Thomas Bernhard, y es que su sombra es alargada e inigualable. Este texto, al lado del estilo y la profundidad de Bernhard, es un haiku. Supongo que en el siglo 19 sería cojonudo, puede ser, pero ahora mismo... Cuando pasan estas cosas queda bien decir que es una novela que no ha aguantado bien el paso del tiempo, así nadie se queja, todos sonreímos.

6 de julio de 2013

Manovela

La escala de los mapas de Belén Gopegui.

Se llevó dos premios. Aguanté hasta la página 48 (mi premio es no haber abandonado antes). No escribe mal, bueno... según se mire. Tiene alguna cosilla, pero nada relevante. Es fácil: el texto no funciona, no porque las frases estén mal construidas o el estilo sea tosco, sino porque hay demasiadas reflexiones, todo gira alrededor del mundo abstracto del protagonista, no hay otros colores, alimenta una monotonía de especulaciones intelectuales, todo sucede a nivel cerebral. Aparte, utiliza el plano mental para intentar transmitir emociones y eso es un error, tienen que pasar cosas, no puede ser todo tan abstracto. Falta acción, emoción, energía, impulso. Sobre el contenido no puedo hablar porque no existe, pretensiones hay, pero sólo con eso no sirve. Tras esta segunda oportunidad me tiro a la piscina (retórica veraniega) y confirmo la mediocridad de la autora, por lo menos en lo escrito en el siglo 20. Intentemos arreglarlo, ¿es posible que alguien que haya escrito varias mierdas escriba una buena novela? Es posible, pero no podríamos juzgar a esa persona por la camiseta limpia que lleva si sabemos que tiene el armario lleno de ropa sucia.

3 de julio de 2013

The broom is on fire

La escoba del sistema de David Foster Wallace.

Esperaba algo mejor, pero no está mal (obviamente, he leído antes La broma infinita y eso genera grandes expectativas). Es una obra altamente autobiográfica, donde la personalidad del autor está repartida entre los personajes... vanidad de segundo orden (la vanidad de preocuparse de que otros piensen que eres vanidoso), la soledad, el lenguaje, la conexión con el otro, las relaciones amorosas, etc. Creo que hay una preocupación excesiva en la estructura (fragmentada) y en relacionar a los personajes como sea, y eso lo sufre el contenido. Maneja ideas interesantes que por culpa de la fragmentación no acaban de cocinarse como deberían, como si cambiáramos el sofrito de sartén constantemente y no acabara de alcanzar la plenitud de su sabor. Es una obra con mucho humor y en este apartado creo que supera a La broma infinita. Se ve una gran preocupación por el lenguaje, y la cuestión clásica de si el lenguaje viene de la realidad o la realidad viene del lenguaje y todo lo que eso supone para la identidad. El estilo está bien, algo pesado a veces, demasiado autoconsciente, pero en general bien. Ese "cuéntame una historia" que aparece varias veces en el texto viene de Manuel Puig, así como los recursos de ciertos diálogos. Hay un exceso de "no te entiendo, explícamelo bien" en los diálogos, usado como excusa para extender el tema y que parezca natural. Tiene sus vicios y sus virtudes, pero está claro que es una novela bastante mejor que la gran mayoría de las que circulan por ahí. He leído que en esta novela Wallace dice muchas cosas en clave sobre las teorías de Wittgenstein. La relación entre lenguaje e identidad es obvia, pero no he sido capaz de ver más allá de eso, no sé hasta qué punto un lector no obsesionado con el lenguaje puede entender todo lo que supuestamente Wallace quiere decir.

1 de julio de 2013

Sugus

Los ídolos de Manuel Mujica Láinez.

La primera parte me parece correcta, nada estrambótico en el lenguaje, pero bien, a través de la acción invita a reflexionar y pasan cositas. Luego lees 10 páginas de la segunda parte y rápidamente percibes el coñazo, y que el tema no tiene mucho que ver, tiene pero no tiene, huele a prótesis. Y lo siento mucho, pero como que no apetece seguir leyendo. Te tiene en vilo con lo que ha sucedido y de repente cambia a otra cosa totalmente diferente y el texto se debilita de tal forma que el sentido desaparece. El personaje destacado en la segunda parte pierde importancia por el impacto de lo anterior. Creo que es un gran error porque justo al final de la primera parte tiene el texto donde quería (incluso se intuyen las posibilidades y se respira el acierto del escritor) y en vez de ponerse a ello, salta a otra cosa. No tiene demasiado sentido. Toda la carrerilla que coge el texto en la primera parte se volatiliza con el enfoque de la segunda.