25 de junio de 2025

Ucronotopía

Las tempestálidas
de Gueorgui Gospodínov.

Me gustaron Novela natural y Física de la tristeza (aquí y aquí).
Así que cuando la compré, pensé: "me gustará".
Cuando la estaba leyendo no me estaba gustando. 
Y tenía ganas de que me gustara. 
Pero no me gustó.
La dejé.
255/408.
Sobre la memoria y el tiempo.
Gospodínov genera mucho humo.
Literal y metafóricamente.
Y no explica bien el funcionamiento de algunos elementos importantes de la historia. 
Intuyo que quiere dejar cierta ambigüedad.
Y que todo flote como una nube del 30 de abril de 1882.
Para disfrute del lector.
Pero la falta de detalles concretos impide conectar. 
Todo es demasiado flotante.
Y hay demasiado viento.
Había.
No golpea esa nostalgia embriagadora de sus novelas anteriores.
El sentido del lugar es inexistente.
Renuncia al espacio en favor del tiempo.
Pero nuestros recuerdos del pasado no dejan de ser espacios rememorados.
Como el humo de la chimenea de Ulises.
La ausencia de espacio potencia la indefinición. 
Lo flotante gusta.
Pero sin un mínimo de estructura no atrapa.
No se puede prescindir del espacio.
Tampoco se puede hacer ciencia ficción sin explicar ciertos aspectos.
El peso de la historia no puede estar en la política.
Faltan cimientos.
Gaustín viene con spoilers...

¿Enfermedades mentales relacionadas con el tiempo?
No explica bien las clínicas del pasado.
Ni otros aspectos relevantes. 
Habitaciones que llevan a otras épocas.
¿Tratado sobre la memoria?
Explícame cómo funcionan esas clínicas.

El narrador se pregunta por qué se pueden capturar imágenes pero no olores. Y añade que sí hay un dispositivo analógico para capturar olores: el lenguaje. Bien ahí.

El humo de cigarrillos aparece mucho y en cierto momento se menciona que Ulises (en la Odisea) rechaza la inmortalidad y la vida eterna junto a Calipso para volver a casa. Y esto es porque quiere ver una vez más cómo el humo sale por la chimenea de su hogar, "toda la tracción de ese retorno está concentrada en ese detalle. Ni el cuerpo de Calipso ni la inmortalidad pueden superar al humo de una chimenea. El humo, que no tiene peso, inclina la balanza".

La primera mitad de la novela de Gospodínov flota, no tiene peso, es humo, lo cual es muy bonito desde un punto de vista intelectual, pero a nivel narrativo no funciona, ya que hay muchas pinceladas de ciencia ficción (o fantasía) y la sensación es que estamos leyendo ficción especulativa que se resiste a serlo, pues no hay andamiaje que la sostenga, el autor no desarrolla los detalles de la idea principal ni el funcionamiento del resto de elementos.

En la segunda mitad de la novela, el pasado deja de ser medicina y se convierte en política. Esto suena fabulosamente, pero no mejora la situación: Gospodínov se desmarca ligeramente de su idea de ciencia ficción y del humo y empieza a ofrecer una narración sólida y concreta que engancha un poco más, pero que es mucho menos interesante porque se centra más en asuntos políticos.

La conclusión es la siguiente: hay un desequilibrio disonante entre lo flotante interesante que no engancha y lo estructurado enganchante que no interesa.

*No obstante, como esta vez dudo un poco de mi valoración (1. Me extraña que me gusten sus dos novelas anteriores y esta que ha sido mucho más alabada no; 2. Me extraña que le guste a mi mujer y a mí no; 3. Por cuestiones personales y logísticas, leí una parte de la novela en una lavandería de autoservicio) seguramente volveré a leerla.

**Magnífica la portada.

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