El principio es algo confuso, cuesta entrar en el texto
porque los personajes se solapan, pero luego todo se ordena y fluye mejor. Inicialmente
el protagonista describe los alrededores de la ciudad mexicana en la que está y
va incluyendo algunas digresiones. Este mecanismo narrativo, acompañado de una
prosa cuidada y una expresividad bastante creativa, me resultó interesante, por
eso fui capaz de llegar hasta la mitad del texto. Cuando la mujer empezó a
recriminarle al Cónsul lo de su alcoholismo por vigésimo tercera vez
consecutiva, decidí abandonar. Argumento: un borracho que se encuentra, tan
metafórica como literalmente, "under the volcano". Está divorciado y es un
borracho. Su mujer viene a reconciliarse con él, a sacarle de las borracheras y
llevárselo a casa, pero él se aísla a través del alcohol y no quiere salir de
ahí, de alguna manera asume su destino. Creo que el autor, en sus ganas de
enfatizar esa soledad de borracho y ese dejarse llevar hacia el infierno, cae
demasiado en la repetición y no presenta acciones variadas, como si sólo jugara
con dos o tres colores en vez de utilizar una paleta más rica. Aparte, Lowry se dispersa. Si hacemos una comparación
de borrachuzos para entender esto, Lowry vs Bukowski (made in Ire), el primero es más profundo y
más elaborado, el segundo resulta más efectivo y golpea más. Bukowski presenta
una prosa fría y directa que llega sin contemplaciones, el ser humano se
desnuda, no hay filtro entre él y el lector, y eso genera cierta concentración,
sin embargo, Lowry es más retorcido, hay oscuridad entre el personaje y el
lector, por eso quizá llega menos, porque ese oscurecer el destino individual,
si no es muy preciso, difumina la intensidad de los acontecimientos y reduce la
concentración, pierde enfoque. Creo que Bajo el volcán es una obra bastante elaborada, pero que por
momentos es repetitiva, poco práctica y dispersa, de ahí que el texto, según se avanza en
la lectura, vaya perdiendo intensidad.
26 de febrero de 2014
23 de febrero de 2014
Monotocromía
Volverás a Región de Juan Benet.
Abandono tras un 25% leído (algo más de 70 páginas). Tema
central: la guerra civil, esto es, mi interés = 0. A pesar de que la prosa me
parece elegante y la idea de concentrarse en el territorio llama la atención,
esta novela es un coñazo total. Ejemplo: "los esfuerzos hercinianos del momento
westfaliense han tomado forma (al parecer) en la región astur-leonesa a lo
largo de un geosinclinal cuyo eje debía pasar por algún punto de Galicia para
resolverse en una familia de arcos de plegamiento de dirección E-W que
paralelos entre sí en el occidente de Asturias se van cerrando al contacto con
el macizo resistente para mostrar una acusada convexidad en su extremidad
gallega". Pues eso, una elegancia que se ahoga en su propio vómito, como si
leer fuera un acto de absorción de palabras irrelevantes, el autor deja escasas
rendijas para que entre la luz de un hilo argumental o para que de rebote,
manque sea, algún reflejo inspirador se filtre y aparte los bostezos. Se dedica a describir el terreno y a
dar nombres de regiones, montañas, ríos, cordilleras, "Mampodre", "Rañeces", "Láncara", "Dinant", y la narración resulta estática, sin
movimiento, sin color, sin acción, sin contenido humano, todo es descripción,
un vacío de palabras que apuntan hacia el territorio. ¿Ahí está la gracia? ¿Vacío
narrativo que intenta expresar el vacío existencial? La verdad es que no soy
capaz de ver la relación que hay entre describir milimétricamente la corteza
terrestre y la guerra civil. ¿O quizás el tema central es el territorio? Vale.
¿Por qué? ¿Dónde está la conexión? No sé si merece la pena soportar las cotas de aburrimiento que
alcanza el texto porque no parece haber galletita al final del túnel.
19 de febrero de 2014
Para quemarse a lo bonzo
Una caja de cerillas de Nicholson Baker.
Buenos días, son las 4:57 a.m. y soy una bola rodante, llámame
Matojo, de esas que aparecen en las películas del Oeste y que transgredieron
el género y actualmente se utilizan como recurso humorístico para expresar el
aburrimiento. Dícese de la novela en la que no pasa nada y se le atribuyen
fenómenos existencialistas. Buenos días, son las 5:11 a.m., ahora no se me
ocurre nada que decir así que os describiré cómo enciendo la chimenea y cómo mi
pata, hembra del pato, inspecciona troncos de madera en busca de insectos para
nutrirse. Buenos días, son las 4:34 a.m., hoy que el número es capicúa voy a
hacer algo especial, voy a tomarme una taza de café frente a la chimenea, pero
antes quiero que observéis cómo manejo las cerillas con una mano. Buenos días,
son las 4:55 a.m., el libro era una broma y el editor se lo ha comido, claro
ejemplo de que una vez que tienes un nombre da igual lo que escribas.
17 de febrero de 2014
Alta literatura me dijo un italiano...
La soledad de los números primos de Paolo Giordano.
La clave para escribir un bestseller es ser plano,
narrar sin profundidad, exponer las cosas de forma clara, sin voz propia, que
la prosa sea lo más neutra posible, así al lector no se le exige nada, sólo
tiene que mover los ojos de izquierda a derecha, abrir la boca y consumir el texto,
lectores como patos intubados, sobrealimentándose de literatura comercial para
que en lugar de sus hígados lo que se hinche sea el bolsillo de los editores. La
gente no quiere hacer el esfuerzo de ponerse en la piel del otro, quiere que el
escritor deshumanice el texto, que componga una oda a lo genérico, que elimine
todo rasgo diferenciador. Todo bestseller exprés (que vende mucho a
corto plazo) parece escrito por un robot. Paolo Giordano es un autómata. Ya dijo Andy Warhol años atrás que quería
pintar como una máquina y al final sus ideas deshicieron la frontera entre arte y bien de consumo. Desde
que aceptamos lata de sopa de tomate como arte la evolución no ha sido hermosa.
Debes cambiar tu vida
Un combate y otros relatos de Patrick Süskind.
Libro con tres relatos y una reflexión. Prosa bien. Todo
fluye. Interesante. Nada espectacular. Quizás lo mejor sea la reflexión.
13 de febrero de 2014
Riseña de la nivola
Niebla de Miguel de Unamuno.
Augusto, protagonista, con un nubarrón por mente, abre el
grifo y lanza una lluvia de reflexiones al lector, quedándose bien a gusto.
Estilo veloz, se lee rápidamente. Prosa correcta, evitando atascos, repartiendo
regalos a veces. Temática: hombre que idealizando amorosamente a una mujer,
activa su dispositivo del amor y es capaz de enamorarse de todas. Errores y
aciertos. ¿Eh? Por un lado ese chaparrón de reflexiones resulta interesante porque
da riqueza al texto y produce cierta efervescencia cerebral, pero por otro
lado, muchas veces el trazo es vago y la mayoría de ideas se quedan en mero
esbozo, sin profundización, el autor un crupier que va repartiendo cartas sin
saber lo que hay en ellas. ¿Error? Estoy seguro de que esa superficialidad es
voluntaria y sirve para elevar la niebla, pero inicialmente, sin haber digerido
la idea principal del texto en su totalidad, puede resultar reprochable (el
propio autor dice en el texto que hay que jugar con las palabras y confundirlo
todo). Así, al principio la niebla se identifica con el pensamiento, que
intenta analizar todas las cosas y comprenderlas, y con la idealización y
confusión del enamorado, pero después evoluciona y transita caminos más
oníricos. Se aprecia un impulso innovador que quiere descolocar al lector,
desordenar, promover la indefinición, romper con lo establecido. Lo más
interesante llega cerca del final, con el recurso metanarrativo, cuando el
protagonista habla con el autor. Cuando Augusto le pregunta a Miguel si está
soñando, éste le contesta que no está ni despierto ni soñando, lo que sitúa la
novela en un punto intermedio entre el sueño y la vigilia, lo inconsciente y lo
consciente, lo irracional y lo racional, el azar y el orden, rompiendo así la
dualidad. En mi opinión, Unamuno utiliza el término nivola para
desmarcar su novela de las normas y de la tradición de realidad que suele
acompañar a casi todas y colocarla en un plano especial, intangible, indefinido.
A través de lo metanarrativo Unamuno traspasa las fronteras de la ficción y
consigue que el lector despierte en pleno sueño (que sea consciente de que está leyendo una novela), que viva una vigilia dentro
del sueño que es la novela y la literatura en general. Más tarde, cuando el
autor se plantea matar al protagonista, éste último, en sus ansias por vivir,
dice "también usted se morirá [...] ¡Dios dejará de soñarle!". Aquí vemos que el
autor establece una conexión donde el escritor es un dios, pero también donde
el propio Unamuno existe porque alguien le sueña. Cuando Unamuno produce la obra,
la "sueña", los personajes existen porque él los "sueña" (reflexión sobre el
acto creativo y la existencia). Unamuno ya murió, sin embargo, es inmortal a
través de su obra porque el lector sueña a los personajes y a través de ellos a
él. La confusión, la niebla, consiste en que vida y sueño, realidad y ficción,
son lo mismo (el enamorado, aun idealizando a la amada, siente de verdad, por
lo que su sueño es real). Unamuno busca la eternidad y consigue ser inmortal
gracias al lector. Convierte al lector en un dios creador, ya que la vida de
los personajes y del propio Unamuno depende de que algún lector lea su obra y los
sueñe.
11 de febrero de 2014
Can't
¿Fue él? de Stefan Zweig.
Novela corta. Prosa correcta. Hay dos fallos que empañan el
resultado final. El primero es que es un texto muy previsible, desde que
aparece el can se sabe lo que va a suceder. El segundo es más grave: la
inverosimilitud. Durante toda la novela Stefan se esmera en crear un personaje muy meticuloso y muy atento y al final, de repente, éste
actúa de una forma totalmente opuesta a como viene haciendo todo el relato. Y
no es que presente las antípodas de un comportamiento particular, es que la
situación que genera el autor resulta inverosímil hasta entre personas
normales, con unas capacidades mínimas de sensibilidad y atención. Gran decepción.
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