Aguantas 50 páginas máximo. Quiere ser Bernhard pero no
puede, lo más cerca que está de él es al principio, en la cita que incluye en
el texto. Tema principal: el suicidio. La novia es depresiva y tiene
intentonas. Y la encuentra tirada en casa, se la llevan al hospital y no pasa
gran cosa. Todo ello ambientado con una superficialidad sobrecogedora, ni un
ápice de profundidad, ni una introspección digna. Está tratando un tema que es determinante, la muerte, el suicidio, un tema que en sí mismo ya tiene fuerza, y no es capaz de mantener lo que ya tiene, es más, la carga emocional y psicológica que a priori empapa a un lector que se enfrenta con un texto sobre este tema se difumina con las palabras, porque éstas no dicen nada, el autor las usa para que avance la acción no para profundizar. Quizás el error es asumir que por tratar un tema oscuro el texto ya pasa a los dominios de Satán y todo lo narrado adquiere el poder y la oscuridad de las tinieblas sin necesidad de que prosa y contenido acompañen. La prosa también se las trae. Repite "en verdad" varias veces, y creo que es un
término muy cercano a lo coloquial y que no suena del todo bien: "una puerta en
verdad trampilla del infierno", parece de broma, la imagen también es de broma.
También repite "de súbito", que bueno, no queda mal, pero refleja falta de recursos. Si voy más allá: que toda
la intensidad o el giro de una situación recaiga en una expresión adverbial
también denota incapacidad para guiar la acción con la prosa. Ojo, que hay un
oxímoron, pero en negativo, porque el
autor quiere mostrar vocabulario variado, véase "emplearé la escalera"
en lugar de "usaré", pero repite "en verdad" y "de súbito"
varias veces. Incluye muchas palabras que no vienen a cuento por amor a la exhibición: "áptero" en vez de "sin alas", "parihuela" en vez de "camilla", "desbarajustó"
en vez de "descolocó", "remembranzas" en lugar de "recuerdos", "hipidos", "enuresis",
etc. Manejo dudoso de las comas hasta el punto de cometer faltas de ortografía.
Y el idilio con las comas continúa con el uso reiterado de subordinadas entre
comas: "camino junto a un montón de tarados que, aun cuando al presente se
muestren serenos, podrían cambiar de actitud en cualquier momento", y le
perdonamos la disonancia de la frase.
Bien, pues estas subordinadas con comas atascan el ritmo y resultan poco
orgánicas, demasiado ordenadas, se percibe al escritor entre bambalinas planificando las frases, no fluye de
forma natural. La guinda al pastel: "habríamos de sufrir", "habremos de
padecer", etc., sin ton ni son, en un alarde de culturismo verbal. Desconozco la calidad lectora de este país, pero es raro que casi todas las reseñas hablen bien de este libro. ¿Serán
todo amiguetes? Rectifico: la calidad lectora de este país es pésima, atienden más al nombre y a la influencia social que al texto.
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