Lo más destacable es la prosa, escribe bien. Lo más
detestable es la cantidad de información irrelevante que suministra, en más de 250
páginas de libro pasan muy pocas cosas. Ejemplo de irrelevancia: "Elaine
trabajó hasta cuando ya no pudo más. Su vientre creció más de lo esperado en
los primeros meses, pero, aparte del cansancio violento que la obligaba a hacer
siestas largas antes del mediodía, el embarazo no modificó sus rutinas". ¿Qué
le importa al lector "el cansancio violento que la obligaba a hacer siestas
largas antes del mediodía"? Por un lado, esos detalles intrascendentes ayudan
a que el texto avance; por otro lado, esas partículas vacías de contenido
también tratan de construir una ficción verosímil. Así que podríamos decir que
tanto la forma de mover la narración como las ganas de consolidar su realismo transforman
el texto en algo aburrido y más insustancial de lo que debería. Sobran datos innecesarios. Aparte de eso, creo que
se centra demasiado en lo humano, se preocupa mucho por desarrollar los
personajes, sus relaciones y sus historias, y faltan colores, acción,
emoción, no es entretenido. Diría que se ha centrado en construir el
edificio sin tener en cuenta a los usuarios que lo habitan. Para terminar,
añadir que hay algunas pinceladas pseudofilosóficas tipo "La experiencia, eso
que llamamos experiencia, no es el inventario de nuestros dolores, sino la
simpatía aprendida hacia los dolores ajenos" (filosofía vaga con pretensiones
de profundidad), y que algunas situaciones de la trama son previsibles. Ahora
que lo pienso, acabé de leer el libro hace poco y ya no me acuerdo de nada.
Eso no es buena señal.
28 de noviembre de 2013
24 de noviembre de 2013
¿Qué dirección dar a la vida?
El árbol de la ciencia de Pío Baroja.
Novela que va presentando diferentes situaciones e ideas a
través de una amalgama de personajes. Estilo y prosa que resultan más frescos que en muchas novelas de autores contemporáneos. Pequeños fallos: describe físicamente a un
personaje cuando éste lleva 30 páginas con el lector (inconsistente). Pasan
varios años antes de que se profundice en los personajes principales (inconsistente).
Incluye una conversación intelectual demasiado extensa en mitad del libro
(desequilibra la estructura y empacha al lector de racionalidad). Grandes aciertos: el
recurso de utilizar muchos personajes para presentar las ideas es interesante.
Hay reflexiones filosóficas bastante profundas. Principalmente se cuestiona lo
racional frente a lo irracional, lo artificial frente a lo natural, árbol de la
ciencia vs árbol de la vida. El autor, a través de los personajes, busca "una
filosofía que explique a la vez el mundo físico y el moral". Se dice que el
concepto de justicia, o de lo que es
bueno, depende enteramente del hombre, por eso alguien puede creer que lo
artificial es bueno y lo natural malo, porque el hombre es el que inventa el
artificio de la moralidad. Aquí encaja perfectamente la frase del libro "la
ciencia arrolla al hombre", es decir, la ciencia se sobrepone al hombre de tal
forma que éste olvida su lado natural, entendiendo ciencia como algo puramente racional. El autor acepta la ciencia cuando
dice que ésta debe encontrar "la cantidad de mentira que es necesaria para la
vida", pero al mismo tiempo la rechaza al decir (parafraseo) que cuando el
instinto de vida languidece, el ser humano quiere conocer más, como si el
conocimiento fuera inversamente proporcional a la esencia de la vida o las
ganas de vivir. Creo que Baroja plantea varias preguntas pero no da ninguna
respuesta clara, sin ser esto necesariamente negativo. Buen libro.
21 de noviembre de 2013
Infarto
Concierto barroco de Alejo Carpentier.
Como el propio título indica, estilo barroco, sí, pero de
cojones. Prosa tan alambicada y retorcida que atasca (en contraposición a lo
musical que supuestamente es la idea que impulsa al texto). Demasiada densidad verborreica, arterias y venas colapsadas, la
sangre no fluye, hospitalización inmediata. No sé dónde está la relación con la
música más allá de algunos guiños que aparecen en el texto.
20 de noviembre de 2013
Casi agua de rosa
Dios le bendiga, Mr. Rosewater de Kurt Vonnegut.
Un intento de lanzar escupitajos al rostro de la
sociedad americana. "Novela de transición" pone en la contraportada y no sin
razón. El estilo está bastante bien, transmite frescura, pero falta dirección, falta
concreción en el enfoque, peca de disperso, y eso hace que parezca más
insustancial de lo que es. Es un escritor que me suele gustar, pero aquí no ha satisfecho las expectativas.
Serpiente no, culebra
El puente de San Luis Rey de Thornton Wilder.
Obra con la que ganó el Pulitzer en 1928. Primer capítulo interesante. Mediante un accidente se
discute la voluntariedad de Dios, el azar, la casualidad... En el segundo empieza
el culebrón y se desatan los bostezos. Que si la marquesa y el virrey, que si
envío una carta que es un peñazo, que si el yerno tal, que si la hija cual.
Imposible seguir.
18 de noviembre de 2013
Arde
No sólo el fuego de Benjamín Prado.
La prosa no está mal, aunque monótono estilo, no
transmite demasiado, no zarandea al lector. Error found: llega a los efectos
sin presentar las causas. Aparecen conversaciones y situaciones intensas sin
venir a cuento, igual que aparece el neón de un puticlub detrás de un seto para
el camionero que está haciendo su trabajo y de repente ve el cartel luminoso y tamaño
despliegue de iluminación y colores se comunica con sus partes nobles, pero
como le pilla a contrapié, porque no lo ha visto venir, no
le da tiempo a pararse y al final acaba lamentando la aparición del dichoso
burdel. Igual. Esos momentos, que buscan levantar emociones en el lector
(sólo parpadean), no responden a un camino recorrido, aparecen sin avisar, y de
esa forma rompen la cohesión del texto.
16 de noviembre de 2013
El profe
Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino.
Lo primero que aparece es una introducción aclaratoria sobre
el objetivo del libro (aquí empiezan las arcadas). Pregunta: ¿qué autor necesita
escribir una introducción explicando lo que ha hecho en el libro? Respuesta:
uno que no está seguro de la efectividad de su obra. Y es que sin la
introducción a ver quién es el listo que ve algo de lo que se explica ahí. Es
cierto que se perciben algunas pinceladas, vale, pero ni mucho menos tienen la
carga que se quiere atribuir en la introducción. Resumiendo: el texto es
incapaz de transmitir lo que el autor quería así que le mete una introducción
cargando el texto de más significado del que realmente alcanza por sí mismo.
Sigamos. La mirada por encima del hombro no falta. Aquí tenemos al señor
Calvino aleccionando: "Para leer bien tú debes registrar tanto el efecto
zumbido cuanto el efecto intención oculta, que aún no estás en condiciones (y
yo tampoco) de captar. Al leer debes pues mantenerte a un tiempo distraído y
atentísimo". Fíjense cómo mete el paréntesis para que el lector no se sienta
inferior. Bien hecho, listillo. Bueno, pues eso, a lo
largo de la obra va explicando lo que hace y lo que se requiere del lector,
porque para el señor Calvino todo lector es retrasado mental. Su gran problema
es que no sabe ocultar la información y se ve obligado a dirigirse directamente
al lector, en vez de incluir el contenido metanarrativo de forma sutil, lo hace
de forma explícita. ¿Y qué nos queda?, una novela tosca, basta, muy racional, con
muchos círculos explicando lo que hace y lo que deja de hacer... el aburrimiento
es máximo. La idea según se plantea en la introducción suena bien, pero
luego empiezas a leer y no es lo mismo. Un libro que te hace parecer idiota y además te deja frío.
14 de noviembre de 2013
También me cabreo al leerte
Días de ira de Jorge Volpi.
Libro de relatos mediocres. Empezamos con la errata "Es la vida allí estar, tan fijamente, como la helada altura
transparente lo finge a cuanto sube" (será algún fallo de la editorial, no es posible ser tan malo). Seguimos con sus intentos de ser poeta
poniendo adjetivos delante del nombre reiteradamente: "helada altura", "delirante sudor", etc. Remarcamos con disgusto eso de que en medio de un relato haya una biografía del personaje
que incluye decenas de fechas y ocupa dos páginas. Continuamos con los momentos en los que la relación causa-efecto sólo sucede en la
mente del narrador, es decir, está tan metido en su cabeza que no se da cuenta
de que la conexión no es evidente para el lector. Despanzurramos. Hay mucha confusión. Menciona algunas
ideas y no acaba de concretarlas. El estilo es correcto a la par que
ramplón, muy organizado, mental (robótico). Está más preocupado por la
precisión que por la expresividad. Faltan hechos, acción, emoción, el autor
está en su cerebro, no conecta con el lector, es excesivamente racional y
abstracto. Destacar que leí el libro hará menos de un mes y ni siquiera me acuerdo de qué trataban los relatos.
12 de noviembre de 2013
Extinción
Liquidación de Imre Kertész.
Título en contraposición a Extinción (o Corrección), de Bernhard.
Si el maestro austriaco se suele acercar a la muerte a través del suicidio, aquí el
amigo húngaro se centra más en la masacre, concretamente la de Auschwitz. Novela muy bien escrita, mitad
autobiografía mitad ficción (supongo), con ligeros toques de novela negra. Protagonista
que trabaja en una editorial y busca la novela póstuma de un escritor amigo
suyo que se ha suicidado. Por supuesto, aroma Bernhard: personajes del mundo
del arte, suicidio, personaje que habla de otro personaje. Aparece una obra de
teatro dentro de la novela (obra dentro de la obra), y al mismo tiempo, los
motivos del editor están concentrados en el escritor que se suicida (personaje que
da movimiento a otro personaje), y al mismo tiempo, las experiencias del escritor
(y de Kertész) en Auschwitz son determinantes para el desarrollo de su vida
(experiencia fundamental que colorea toda la vida). Bastante bien en general. La prosa es buena y las conexiones entre contenidos son muy
interesantes. El único pero es la intensidad con la que todo el conjunto llega al lector, te deja frío. Quizás falte equilibrio (la parte final es la que posee más carga) y algo de claridad (dispersión que resta fuerza al contenido).
10 de noviembre de 2013
La tilde un piercing
De música ligera de Aixa de la Cruz.
Portada desafortunada (remarca lo juvenil con una estética dudosa). Estilo bien, fresquito, fluye. La
prosa carece (una vez más, sobre todo entre los jóvenes) de imágenes y metáforas
potentes (no es capaz de presentar la realidad de otra forma). También falta
léxico, variedad de términos. Hay muchos momentos en los que resulta poco literario, muy coloquial,
muy entre colegas, y eso transmite un aroma infantil/juvenil que no creo que
ningún escritor desee para su obra (aunque la autora tenía 21 años y en parte es normal). Al
traspasar la mitad es difícil no dejar la lectura porque tanto la estructura como el contenido empiezan a hacerse repetitivos: grupos de música + el diálogo del bar + artículos chulis +
algo sobre la particularidad del protagonista. Aquí no ha conseguido gran cosa, pero no digo yo que con 10 años más la
autora no pueda hacer algo bueno. Tiene estilo y asoman algunas ideas interesantes.
Con un poco más de variedad en el desarrollo, con más léxico y algo más de profundidad,
podría ser.
7 de noviembre de 2013
Colón, el detergente
El hombre que gritó la Tierra es plana de Roberto de Paz.
"Paso la pierna derecha, luego la izquierda y quedo colgando
con las manos magulladas". Así de buena es la prosa. Y además grita: ¡no a las
imágenes!, ¡no a las metáforas! Este libro es un descampado. El texto destaca,
no por su cualidad de espacio diáfano por el que se puede transitar con
facilidad, sino por su condición de trastero de zarzas que atascan el suave
fluir ocular. Es decir: una nada que estorba. Ni hay parque, ni hay edificio. Lees
50 páginas y no hay nada claro. Podría ser interesante si el estilo y
la prosa mantuvieran el peso de la narración de forma óptima, lo cual no
sucede. Otra de esas jóvenes promesas que salen en antologías...
4 de noviembre de 2013
Yo, mi, me, I, mi, yo, mis, yo, mío, mi, yo
El joven Nathaniel Hathorne de Víctor Sabaté.
Espérate... que empecé a leer y creía que estaba leyendo el
prólogo, y yo pensando "tranquilo, aguanta, que lo mismo el tío se ha puesto
nervioso al hacer el prólogo de su propio libro y por eso está mal escrito,
seguro que luego mejora", pero no, desafortunadamente, eso ya era el libro. Escribe mal, la prosa es nefasta, no hay ritmo. Se percibe que ha hecho un gran
esfuerzo mental para ordenar las palabras, por eso todo parece tan cuadriculado,
falta frescor. Luego escribe frases como "miraba a lado y lado de los pasillos", "me incitó a vencer mi timidez", etc. También repite palabras en poco espacio (ocurre varias veces). He aquí un ejemplo de cuadriculez y repetición: "Estoy
seguro de que no creeréis mi historia, y quizá sospechéis que ni siquiera yo
debo de creer en ella. Sois, por supuesto, libres de hacerlo. También yo he
pensado que lo que me ha sucedido, este plagio inverosímil del que creo haber
sido víctima, es algo imposible". Luego están los toques metaliterarios,
nombrando a 427 escritores, y el jueguito típico de realidad-ficción, "te miento-no te miento", ambos recursos muy de moda entre escritores que no tienen nada que decir. El autor peca de vivir en la
literatura y de no tener experiencias vitales verdaderas, mucho conocimiento
literario y poca gafa empañada por emociones fuertes. Y en el texto añade: "lo
cierto es que cuando se escribe una novela siempre se está corriendo al borde
del abismo, y la habilidad del escritor consiste en acercarse a él tanto como
sea posible, sin precipitarse". Vamos a ver, ¡animal!, si unas líneas antes tu
personaje dice que tarda ocho meses en escribir el primer capítulo de su primera
novela, ¿cómo va a venir después a dar clases de escritura? (por no mencionar
la filosofía barata que desprende). Todavía hay más: te cuenta ochenta veces
que cierra el ordenador y organiza sus apuntes, pero luego el personaje conoce
a una chica (posibilidad para refrescar el desarrollo) y en vez de profundizar
y amenizar la velada, enuncia lo que hacen. Sigo sumando: maneja mal el punto y
coma; y tiene tendencia a escribir frases demasiado largas. No suelo entrar en temas extraliterarios, pero esta vez voy a hacer una excepción: una persona que incluye en su página
web 13 biografías de sí mismo y que en su propio libro reconoce sus ansias por
ser escritor, e incluso se menciona a sí mismo dentro del texto (el tal
Ireland), tiene que tener un ego catedralicio. Aquí tenemos otro caso de autor que escribe
porque quiere ser escritor (éxito social, fama, dinero), y como viene siendo
habitual, el resultado es lamentable.
1 de noviembre de 2013
Bufonesca
Hilo musical de Miqui Otero.
Ante todo quiere ser gracioso, pero no lo consigue: "estás
más perdido que un pulpo en un desierto"; "poner la cara que pones cuando estás
estreñido y sonríes porque te tienen que hacer una foto"; "debo de parecer un
psicópata a punto de desenfundar una Colt 45 y cargarme a medio bar"; dice algo
así como que era vendedor de Canal+ cuando había internet en todas las casas y
la pornografía ya era gratuita, etc. Quizás ese humor no va conmigo. También suelta cosas que no hay por dónde cogerlas: encuentra dinero en los bolsillos y
se convierte "a la fe de los duendes justicieros que te salvan por la noche
mientras duermes la mona", lo siento, mí no entender. De las que no se comprenden
hay varias, como si estuviera encerrado en su propio mundo. Luego está la
pésima calidad de las imágenes, véanse las citas anteriores, o una cogida al
azar: "colocado como un chamán loco". Seguramente no encontró nada mejor. No hay imaginación. Sí hay algún destello negro en la prosa: "que se elevan como
helados de colores flúor", pero reconozco que aquí estoy siendo algo tiquis-Miqui. Todo esto son
meros detalles negativos al lado del gran problema: no hay dirección, todo resulta muy
gratuito, salta de una cosa a otra aleatoriamente. ¿Por qué?, porque
el texto está al servicio del humor (malo de cojones) y éste actúa como vehículo de la narración, cada chiste una gasolinera. Y subrayo: el autor se ha concentrado en hacer gracia y ha descuidado mucho la consistencia
del texto, requisito mínimo para construir un buen libro.
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