El gran silencio de David Torres.
¿Finalista del Premio Nadal? Historia de un boxeador que le dieron para el pelo y tras retirarse, le contratan para proteger a la que fue novia de alguien importante. La fórmula para aguantar este tostón es la siguiente: leer sólo los diálogos porque son los que mueven la historia, el resto no dice nada, los párrafos son como escenarios en los que se sube el autor y empieza a dar volteretas intentado demostrar algo. La prosa tiene exceso de comas, cansa, mucho, leer frases largas, que tienen, mayormente, tantas comas como, pensándolo bien, o quizá mal, obras que, pretenciosamente, quieren ser buenas por la construcción, irreflexiva, de un artificio narrativo, que, en menor grado, si alguien te lo advierte, puede llegar a ser absurdo. También hace gala de lo que yo llamaría "Clinteastwoodismo", es decir, típicas frases que intentan hacer gracia basándose en lo macho que es un personaje. Cero patatero. El mensaje... no hay mensaje, no dice nada. ¿Dónde está? Al menos la próxima vez no dejes que la editorial ponga una foto tuya fumando un puro, mejor que pongan la de Clint que es mucho más duro que tú y hace más gracia. Si esto es el finalista del Premio Nadal 2003, una de dos, o estaba amañado o España se está hundiendo.