11 de julio de 2025

Maten al pastor

La tabla de Flandes
de Arturo Pérez-Reverte.

Hoy tenemos con nosotros al gambitero de la corte, profeta en tierra de todos y metemierda oficial del mundo digital, defensor de la palabra escrita pero escritor de artefactos bajos en calorías como este. Podemos darle una palmadita en la espalda al señor Pérez-Reverte por la competencia con la que escribe (con la que junta palabras en distancias cortas), pero todo lo demás es un desatino.

Primero hay que hablar de la rigidez que transmite la novela, con una historia y unos personajes que no cobran vida en ningún momento. 
Sobran descripciones y se echa en falta que los personajes, más allá de los diálogos estereotípicos, tengan una personalidad definida. No ayuda nada la estructura que se repite constantemente de descripciones + diálogo + descripciones + diálogo, una y otra vez, que parece sacada de un Excel.

Y es que hay mucho narrador en la narración (si esto es posible). El autor describe las percepciones y las emociones de los personajes y lo describe casi todo, incluso a veces hace aclaraciones obvias para que no nos perdamos (ignorantes somos), y se lo da todo al lector muy masticado (Arturo, deja que interactúe con la historia, déjame hueco para existir como lector). 

Lo peor de todo es que la mayoría de las descripciones no aportan absolutamente nada a la novela, de hecho, para aguantar esto más de 30 páginas hay que leerlo con la mirada del alfil, esto es, en diagonal. Aunque hay que tener cuidado, no vaya a ser que leas la novela sentado en un banco de Chueca y tu pareja se ponga celosa, porque según las ocurrencias de uno de los personajes de Arturo (o según las idioteces del propio Arturo), el alfil es "una pieza que resulta la más asimilable a la homosexualidad, con su movimiento diagonal y profundo".

Añado para cerrar: este libro lo único que puede ofrecer es entretenimiento vacío. Genera un misterio para que las ansias de resolución y gratificación del lector le lleven hasta el final. Es un texto sin valor literario y sin profundidad que utiliza de manera descarada y sin ningún talento los mecanismos rudimentarios de las novelas más comerciales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario