13 de junio de 2022

La armonía agridulce del universo

Melancolía de la resistencia
de László Krasznahorkai.

Segunda lectura de un libro al que llegué gracias a la maravillosa película de Béla Tarr (Armonías de Werckmeister, 2000) y que navega alrededor de una serie de personajes (con Valuska como centro) que ven cómo la llegada de un circo con una ballena pone patas arriba al pueblo. 
 
Krasznahorkai desarrolla los pensamientos y las percepciones de los personajes de forma exuberante, profunda y con una prosa magistral, apoyándose en la idea de circularidad y enfrentando conceptos como el caos, el cambio y la regeneración al orden y la resistencia conservadora que se oponen a ellos. Remarcar que el autor presenta las cosas con un ángulo sorprendente, mezclando humor negro, melancolía, tristeza, para ofrecer una visión singular de las cosas, con un enfoque muy único y mostrando el asombro por la vida y la conexión con el universo de manera exquisitamente oblicua. Krasznahorkai lo desarrolla todo con mucha solidez, enlazando conceptos y símbolos que plantean esa idea de caos vs orden y transmitiendo una sensación de catástrofe inminente.

He de decir que una de las escenas más memorables de la historia del cine es la adaptación que hace
Béla Tarr del momento en el que Valuska, una especie de profeta rural, enseña los mecanismos del cosmos a un grupo de borrachos en un bar. Este ejercicio desemboca de forma sutil en un eclipse de sol que se asocia a su vez a la llegada de la ballena y que en el fondo no es otra cosa que el germen del caos y de una etapa oscura. A partir de aquí voy a profundizar un poco más en la obra, así que habrá spoilers... 
 
Valuska vive en sus ensoñaciones sobre el universo y la amplitud de su mirada le impide manejar bien el plano terrenal. Él es "alguien incapaz de ver cambios donde no los hay". El universo es eterno y siempre tiene el mismo movimiento, de ahí que él no perciba cambios específicos en un orden inferior, microcósmico. Cuando va a ver la ballena, puesto que el animal está encerrado, Valuska no puede abarcarlo en su totalidad con la vista, sólo verlo por partes. Esto plantea la idea de que es imposible ver la ballena entera, sólo sus partes, y esto apoya la filosofía del Duque que comentaré más adelante. La gente del pueblo percibe que la ballena es una figura amenazante, una excusa para revolucionar la ciudad, algo político o bélico asociado a un líder ideológico, pero Valuska aprecia la ballena en sí misma, ve en ella la omnipotencia del Señor y las criaturas que crea. Aquí se oponen la visión terrenal y mundana de la ballena frente a la espiritual. Para Valuska la ballena demuestra "la riqueza infinita de la creación", ve en ella "el Todo que se creía perdido".
 
Por un lado, Valuska valora la fugacidad de la vida y presenta un asombro constante ante la vida humana y todas las cosas que le rodean; gran frase: "el nacimiento y la muerte sólo son dos momentos estremecedores de un continuo despertar". Por otro lado, el señor Eszter representa al ser humano como fracaso, como ser insignificante en un lugar remoto del universo que da vueltas sin cesar (giros planetarios). Eszter toca el piano y le preocupa que en la actualidad se haya aceptado la afinación temperada, que iguala la distancia entre semitonos para que todo suene bien, ya que para él es un apaño artificial. Se supone que la afinación anterior (de Pitágoras y Aristóxenes) es la pura y divina. Pero cuando Eszter toca las canciones con esa afinación, le suenan fatal. Esto refleja que el ser humano tiene que adaptar la realidad para que "le suene bien", para que sus sentidos puedan digerirla.

Aparece la figura del Duque, que es un tipo del circo que supuestamente se ha convertido en líder ideológico. Se habla de que los bandidos del Duque podrían destruir la ciudad y este afirma: "en la construcción todas las cosas están a medias, en las ruinas, en cambio, están todas las cosas completas". El Duque es capaz de ver "el Todo entre las cosas. Y el Todo es todo ruina"; "sólo él ve el Todo, porque él ve que el Todo no existe"; "los partidarios destruirán porque entienden correctamente lo que él ve. Partidarios comprenden: en todas cosas hay engaño, pero no saben por qué. El Duque sabe: porque el Todo no existe". No sé qué palabra habrá usado el autor en húngaro para "partidarios", pero es curioso que en español se relaciona con seguidores y tiene cierta relación semántica con parte. Esto se conecta con la idea de que nadie puede ver la ballena entera, porque está dentro de un contenedor cerrado. Ver en la ballena el Todo requiere sensibilidad (Valuska), porque en realidad la ballena es algo específico, una parte de algo y en el fondo, según el Duque, sólo hay partes, el Todo no existe y es un engaño. Asociando esto a la destrucción posterior del pueblo, que llevan a cabo sus propios habitantes, se puede pensar que la gente pierde la esperanza y la alegría cuando deja de percibir el Todo, cuando todo son meras partes individuales, aisladas, insignificantes.
 
Eszter, cuando intenta dar en el clavo con un martillo, descubre que no vale sólo con la intención. "Si se fijaba exclusivamente en el recorrido deseado de la herramienta, nunca acertaría en el recorrido deseado". Llega a la conclusión de que "la ausencia absoluta de presencia intelectual no excluía la sensatez práctica". Clavando el clavo con el martillo se da cuenta de que aparte de lo racional, hay otra fuerza que nos dirige (la que clava el clavo y no necesita de lo racional para ello). De esto percibe el choque entre lo que opone resistencia y lo que vence la resistencia, algo que casi parece hablar del flujo natural de las cosas y cómo el ser humano se resiste. Sigue el razonamiento de Eszter tras lo del martillo: la razón tiende a separar lo que no se puede separar y "consigue la inmortalidad como saber, en vez de la melodía, más ligera que una pluma, de la participación inmortal". La razón logra una inmortalidad pesada y artificial e impide ser inmortal en el presente, al mismo tiempo que separa el Todo. El suceso del martillo ayuda a Eszter a conectar con la realidad de forma trascendental y a apreciar la sencillez de las cosas. Y afirma que lo que destruye al país y al pueblo es "el hecho de que toda idea reinante, toda obsesión y todo raciocinio juzgador que pretende ver el 'mundo' según los cauces exigidos, arrasa a su alrededor la estructura viva de la vida, de la riqueza incalculable, de las 'circunstancias reales'". Aquí Eszter prácticamente valida la percepción que tiene Valuska de la vida (asombro constante ante la riqueza de la vida y conexión espiritual con el universo o el Todo).

Sin embargo, Krasznahorkai hace que Valuska se mueva en la dirección opuesta a Eszter: ante tanta destrucción, descubre la dura realidad de las cosas y deja de asombrarse y ve el lado repugnante de la vida. Ese golpe de realidad le quita la fascinación que siente por el cosmos y sus misterios. Al final se revela que la señora Eszter es la que ha organizado casi todo para llegar al poder, lo que demuestra que las imposiciones racionales y egoístas pueden aniquilar a la sociedad y generar interferencias a la hora de que el ser humano conecte con el Todo y valore la vida sin limitaciones.

Y al final todo se esfuma de forma definitiva, "triturado por el impulso sin fin del caos que [guarda] en su interior la estructura cristalina del orden", casi como si el propio libro fuera una definición del universo, el ser humano como hormiguita que intenta dar orden al caos cósmico, no sin equivocarse.

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