"La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana, un poco como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas me enseñaron a apreciar los gestos. En cambio, y posteriormente, la vida me aclaró los libros".
En esta novela histórica hay frases que son mármol de un blanco puro esculpido al milímetro.
"Sólo en un punto me siento superior a la mayoría de los hombres: soy a la vez más libre y más sumiso de lo que ellos se atreven a ser".
"Sólo en un punto me siento superior a la mayoría de los hombres: soy a la vez más libre y más sumiso de lo que ellos se atreven a ser".
La prosa es magnífica y lamento que así sea porque por cada palabra que deshoja Margarita hay una puerta que se cierra en el camino.
"La vida era para mí un caballo a cuyos movimientos nos plegamos, pero sólo después de haberlo adiestrado".
"La vida era para mí un caballo a cuyos movimientos nos plegamos, pero sólo después de haberlo adiestrado".
La narración exige adaptarse a un espacio que poco a poco se va volviendo más estrecho e impone una racionalidad y una distancia emocional que oprimen los huesos del lector hasta obligarle a sacar la cabeza por la ventana para poder respirar el aire de las flores.