Wretchedness de Andrzej Tichý.
Se acurrucó en mi lista de lecturas por algún motivo desconocido y ahora toca imitar a Bernhard una vez más, algo que me place, disfruto, saboreo, como el niño interior de mi adulto, desde la periferia de Malmö, entorno difícil del que viene el protagonista, las casas eran simples, pero en la actualidad toca el chelo y cuando Tichý se toca la cabeza lanza asociaciones alocadas, recuerda cosas, como esa música que no debería funcionar pero funciona y que tiene trazas de una obra evasiva con melodías sutiles, menos cuando se hace el sueco siendo polaco-checo, literalmente, aunque hay que tener en cuenta el trabajo microtonal inspirado por los instrumentos de Tolgahan Coğulu, trastes móviles, permiten hacer ajustes microtonales que varían ligeramente los tonos, o dividir un semitono en partes, y en las canciones se cuelan estridencias mínimas, no suena tan armónico, y me hace pensar que los desfavorecidos son como divisiones microtonales que no encajan en la armonía, suena bien, pese a que vivía a las afueras, donde todo se volvía más grande o quizá más pequeño, como cuando haces zoom out, "cuando haces zoom out, todo se vuelve más pequeño y más grande", interesante, no tanto como el barrio de inmigrantes donde vivía, zona de despojos humanos según los de arriba, y eso que sólo se limitaban a coger cosas de la basura de los barrios ricos, sólo hasta que la policía empezó a vigilar, aquí hay potencia y rabia, Tichý golpea, puesto que estaba destinado a ser un yonqui o un vagabundo o un pobre, pero salió adelante, y ahora los exterminaría a todos, a los yonquis a los vagabundos y a los pobres, pues no son útiles para la sociedad, y es que "todo lo que le puedes hacer a una rata se lo puedes hacer a un humano, y a una rata le puedes hacer lo que quieras", él estaba destinado, predestinado, posdestinado, el destino le obligó a escribir estas escaleras en espiral con destellos metanarrativos, y todo resuena hasta que llegamos a la segunda mitad, cada vez más cerca de la periferia de Malmö, una primera mitad atractiva y una segunda distractiva, sugerentes intentos de mezclar sofisticación y calle que van doblegándose, arrodillándose de forma servil, ante el lado malevoso, callejero y miserable, drogas y marginados, y el encontronazo con la fatiga es grande y me permito abandonar antes de llegar al centro de la periferia de Malmö.
26 de septiembre de 2025
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