No soy Sidney Poitier de Percival Everett.
Ni tampoco la capital de Australia ni la ciudad de Francia. Por decir alguna tontería.
En la cabeza de Everett la transacción parece ser la siguiente: planteo un estilo frenético, un tono burlón y exagero las situaciones al máximo para que la novela sea entretenida y os echéis unas risas y a cambio paso por encima de todos los temas que toco, soy poco sutil y en algún momento hasta pierdo el control de la narración.
Aquí el gran problema es que si no te hace gracia, lo que queda es una novela superficial que no profundiza en ningún aspecto, que carece de rigor intelectual, que es demasiado directa, que está construida de manera un tanto descuidada (manejo dudoso de algunas elipsis) y un personaje que no acaba de convencer del todo.
Y tengo que mencionar que más de uno se escandalizará (voy con spoilers) cuando lea la parte en la que el protagonista se queja de que una profesora ha abusado de él y dos altos cargos del mundo educativo se ríen en su cara porque no se lo creen (cuando realmente ha sucedido). Un tema que quizá sea demasiado sensible para ser tratado de una manera tan frívola y con tan poca delicadeza.
En definitiva, si esperas un mínimo de calidad literaria, aquí no la vas a encontrar. Parece un texto creado exclusivamente para los colegas de Everett.
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