25 de febrero de 2023

Secreto neerlandés sin su jugo

La cena
de Herman Koch.

Una cena de parejas en la que participa un futuro Primer Ministro sirve para plantear un dilema paternofilial. Una gamberrada de los hijos de ambas parejas acaba mal y surge el debate.

Hasta que llega ese debate, uno tiene que tragar una cantidad ingente de grasa, esto es, unas 200 páginas de descripciones inanes acompañadas de una prosa meramente funcional. Aquí hay muchos detalles y la mayoría sobran, porque en lugar de aportar cosas, perjudican al ritmo de la historia.

Esto habría funcionado mejor si Koch hubiera sintetizado la información. A partir de la página 180 la novela empieza a desmoronarse por completo y uno se ve obligado a leer en diagonal para avanzar entre tanta maleza. Sus reflexiones esqueléticas (mucho hueso, poca carne) tampoco justifican la interminable sobremesa que nos propina.

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