8 de abril de 2013

Bloch

El miedo del portero al penalty de Peter Handke.

Acción a raudales, por lo menos al principio, todo se mueve rápido, ni una emoción, nada con contenido. En ese vacío de la descripción de objetos y acciones, se está cuestionando el significado de los significantes, la efectividad de la palabra. Y la palabra, si se comprende bien la realidad, está vacía, es absurda, no deja de ser un significante. Si al principio el protagonista ve la realidad (no las palabras) como de broma, al final acaba percibiendo no "una silla" sino la silla en sí misma (a lo Joseph Kosuth), por lo tanto, lo que es la broma es el lenguaje porque interfiere en la interpretación de la realidad. El lector es el portero que ve cómo el autor (los jugadores de campo) mueven la pelota de lado a lado sin llegar a portería (remarca el absurdo del portero que no interviene) y cuando el delantero tiene la oportunidad de un penalty (de dar significado al juego con un gol), la tira a las manos. Buen libro. Salvando las distancias, me recordó a Bernhard.

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