6 de diciembre de 2025

Cuaderno de muerte

Death Note
de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata.

Llego al manga después de haber visto la película de Adam Wingard (2017), que me pareció horrenda, y la serie de Tetsurō Araki (2006), que me pareció algo mejor, pero nada deslumbrante. 

Leí cuatro volúmenes de la black edition (compuesta por seis).

No cabe duda de que la premisa del manga original es cautivadora y tiene un potencial abrumador, aunque el desarrollo deja mucho que desear. Además, es una obra poco visual y demasiado textocéntrica.

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Un shinigami (una especie de demonio del inframundo) tira su cuaderno de muerte a la Tierra y un chaval llamado Light lo encuentra. Con ese cuaderno puede matar a quien quiera, siempre que sepa su nombre y pueda hacerse un dibujo mental de su cara.

El objetivo inicial de Light es que desaparezca el mal del mundo y lo que hace es matar a asesinos, muchos de ellos ya en la cárcel. Su padre policía es su referente.

Surge L que actúa como archienemigo bueno y muy inteligente cuyo objetivo es detener a Light. Se despliega un juego del gato y el ratón psicológico entre los dos.

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En los primeros volúmenes la historia tiene fuerza e intriga, las reflexiones son estimulantes y las dinámicas entre personajes funcionan bien.

Al final del tercer volumen la trama empieza a enredarse en exceso y a perder pulcritud. La saga se sostiene hasta el cuarto volumen, donde la cantidad de inverosimilitudes y la reiteración aumentan hasta un punto que me parece difícil de aceptar.

En el cuarto volumen la sensación de que el autor me está engañando para estirar la historia es bastante alta. 
Un ejemplo claro (spoilers desde aquí): Light abandona el cuaderno voluntariamente para perder la memoria y olvidar que fue su dueño, pero no pasa nada porque se guarda un trozo de papel del cuaderno para el futuro. Este mecanismo me parece falso y poco creíble.

Narrativamente tampoco tiene sentido que muera L y aparezca un sucesor de L. El autor repite la misma estructura de conflicto, con dos figuras en oposición, en lugar de avanzar de una manera más original.

En definitiva, creo que en el cuarto volumen todo se convierte en un ejercicio reiterativo que se extiende sin motivo alguno. Una repetición constante de diálogos retorcidos sobre los pasos a dar o lo que hará el dueño del cuaderno o la policía o los nuevos enemigos, sin apenas variedad de incidentes.

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