Una pequeña delicia.
"En el siglo XIX se había descubierto que todo individuo tiene que pertenecer a una nación o a una raza determinadas si realmente pretende ser reconocido como ciudadano burgués".
El conde Morstin odiaba el concepto de "nación" y añade: "la teoría de Darwin me sigue pareciendo incompleta. A lo mejor son los monos los que proceden de los nacionalistas, pues los monos suponen un progreso".
Cuando, después de la Primera Guerra Mundial, su pueblo pasa a ser Polonia y no Austria se pregunta si sigue siendo su patria. "Si cambian los gendarmes y los funcionarios de aduanas y, en cambio, el pino y el abeto y el arroyo y el pantano permanecen igual: ¿sigue eso siendo la patria?".
Se resiste al cambio hacia el nuevo mundo. El busto del emperador representa el viejo mundo.
"Mi vieja patria, la monarquía, era una gran casa con muchas puertas y muchas habitaciones, para muchos tipos de personas. Esa casa la han repartido, dividido, la han hecho pedazos. Allí ya no se me ha perdido nada. Estoy acostumbrado a vivir en una casa, no en múltiples compartimentos".
Cito una frase de la contraportada que me parece soberbia: "la concisa y melancólica narración de Roth nos llega hoy cargada de actualidad, y acaba prefigurando cómo la creación de fronteras
El conde Morstin odiaba el concepto de "nación" y añade: "la teoría de Darwin me sigue pareciendo incompleta. A lo mejor son los monos los que proceden de los nacionalistas, pues los monos suponen un progreso".
Cuando, después de la Primera Guerra Mundial, su pueblo pasa a ser Polonia y no Austria se pregunta si sigue siendo su patria. "Si cambian los gendarmes y los funcionarios de aduanas y, en cambio, el pino y el abeto y el arroyo y el pantano permanecen igual: ¿sigue eso siendo la patria?".
Se resiste al cambio hacia el nuevo mundo. El busto del emperador representa el viejo mundo.
"Mi vieja patria, la monarquía, era una gran casa con muchas puertas y muchas habitaciones, para muchos tipos de personas. Esa casa la han repartido, dividido, la han hecho pedazos. Allí ya no se me ha perdido nada. Estoy acostumbrado a vivir en una casa, no en múltiples compartimentos".
Cito una frase de la contraportada que me parece soberbia: "la concisa y melancólica narración de Roth nos llega hoy cargada de actualidad, y acaba prefigurando cómo la creación de fronteras
—geográficas, ideológicas, religiosas o culturales— desemboca en una reducción inquietante del horizonte humano".

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