2 de junio de 2025

Bóvido africano de mediano tamaño

Ñu
de Pau Luque.

El narrador afirma que este libro es "sobre qué demonios es una solución" y añade: "voy a escribir sobre qué demonios es una solución porque nada me ha atormentado más en el pasado que la obsesión por creer que tiene que haber una solución para cada cosa".

Luque juega a los laberintos y juega con los hilos que ayudan a salir de ellos. Manipula los conceptos de respuesta, problema, solución...

La respuesta a una pregunta de un crucigrama es ñu y un personaje reflexiona: "la respuesta es ñu, pero la solución no" y sigue "si, como dices, sabes qué son los crucigramas, sabrás que cuando te piden responder a una pregunta acerca de un bóvido o un antílope de dos letras no tienes ni que pensar. Es automático: la respuesta siempre es ñu. Pero una respuesta no es lo mismo que una solución. Encontrar una solución quiere decir que tienes algún problema que resolver, alguna dificultad que superar, alguna cuestión cuya respuesta exige darle vueltas al asunto. Cuando te preguntan por un antílope en un crucigrama y la respuesta tiene dos letras, no has tenido que superar ninguna dificultad. Con los otros acertijos de un crucigrama poco o mucho tienes que romperte los sesos. Ñu es la solución a un problema que en realidad no tienes. O sea, no es una solución, es una obviedad, un autoengaño, una respuesta fácil o incluso una excusa para justificarte".

Y de ahí llego a esto: el tema de la búsqueda de solución es una excusa para escribir este libro.

Resulta que tenemos la necesidad de dar razones cuando no las hay. Ahí empieza la barbarie.

Se puede escribir un libro sin tener razones para ello.

Aunque la novela avanza con paso firme y las anécdotas que incluye Luque son por lo general agradables, hacia el ecuador merodea la sensación de que se está convirtiendo en un tratado filosófico.

Inciso: a raíz de una frase de Camarón, el narrador (¿o Curiel?) llega a la conclusión de que "la libertad es dejar de hacer lo que llevas dentro y hacerlo solo cuando quieras". Muy buena frase.

Luego empieza a manosear conceptos filosóficos sobre el amor y la identidad y aumenta el aburrimiento.

Las conversaciones del protagonista con Curiel empiezan a parecer un artificio para ordenar ideas o dialogar sobre algo que le interesa al autor. Parece que Luque quiere evitar que la novela se convierta en un ensayo filosófico, pero no lo consigue.

Más adelante hay una parte en la que se produce un bombardeo de nombres de escritores y el autor pierde el control de la narración, la obra muta y se convierte en una sucesión de divagaciones intrascendentes. Y a uno no le queda más remedio que abandonar (justo cuando estaba a punto de tocar la orilla con la punta de los dedos).

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