Ya nadie escribe cartas de Jang Eun-jin.
Café descafeinado para todos, invita Eun-jin, en fin... viene acompañado de pastas sin azúcar y sin gluten, en bandeja porcelánica con grabados evidentes, tan saludable como insulso, aunque para soso ese viajero y su perro de motel en motel, enviando cartas a las personas que va conociendo, porque nadie escribe cartas, por si no te habías dado cuenta, la escritora surcoreana te lo recuerda, y el cartero-carterista (ladrón de mi tiempo, lo explico con claridad para seguir los principios de la autora) conoce a una chica que le ha estado observando y esto, en lugar de estimular, adormece, y a las 80 páginas inevitablemente paso a otra cosa, masajeando la idea de que la novela habría ganado bastante si el perro, en vez de Wajo, se hubiera llamado Cujo.
A different man
Hace 8 minutos
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