13 de octubre de 2013

Electrocardiograma plano

El oficinista de Guillermo Saccomanno.

Sudor y lágrimas, y todo para no poder terminarla. Quiere ser amor, distopía y cotidianidad. El oficinista se enamora de la que se está follando el jefe. La atmósfera intenta ser futurista, algo enrarecida, con perros salvajes y helicópteros por las calles. Vale, pero con incluir dos o tres guiños de vez en cuando no consigues que el entorno coja fuerza. Falta carga en la descripción del exterior, queda como colgando, no es absorbente, el lector no llega a entrar en ese mundo. El contenido es inexistente más allá del cliché del hombre que está sumido en el día a día y se enamora y de repente esa rutina se rompe y hay algo por lo que luchar. Tímidas reflexiones sobre el amor, el trabajo, lo cotidiano... Tanto el estilo como la prosa son extremadamente planos, no tienen distintos niveles, mismas expresiones para referirse a lo mismo, se echa de menos más riqueza en el vocabulario y en la construcción, variedad. También faltan capas de contenido, acción, reflexión, emoción... Es un libro del montón, más off que on (la rima provee).

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