8 de agosto de 2021

Los quehaceres sin hacer

Una chica es una cosa a medio hacer
de Eimear McBride.

Esa humildad que hace dudar de las capacidades de uno mismo, junto a las ansias de hacer justicia a todo lo que leo, me empujaron a releer (intentar releer) esta novela con la que no pude en 2016. Y lo que sucedió es que no pude pasar de las 20 páginas. Parto de la base de que mis dos intentos de lectura han sido con la versión original. Supongo que la traducción amortiguará bastantes baches.

En definitiva, me remito a lo que dije en la primera crítica (aquí). La experiencia de lectura es irritante, ya que esa supuesta complejidad lingüística no aporta nada. Lo que intenta hacer Eimear McBride sólo lo saben hacer unos pocos elegidos de una manera disfrutable (véase Ben Marcus). Dudo mucho que alguien se haya leído el libro entero sin sentir algo de sufrimiento. Aquí entra bien una de mis frases favoritas de Nietzsche, parafraseando: algunos enturbian sus aguas para hacerlas parecer más profundas.

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