2 de octubre de 2023

Poco memorable

La Policía de la Memoria
de Yoko Ogawa.

Es difícil comentar esta novela sin entrar en spoilers, así que allá voy... La protagonista vive en una isla en la que de repente desaparecen cosas y la Policía de la Memoria se encarga de borrar los posibles rastros de lo que ha desaparecido. Ej: si desaparecen los pájaros, la Policía destruye todos los libros y fotos de pájaros. Casi toda la gente va olvidando cosas y la Policía persigue a los que no olvidan y a los que conservan objetos que pueden dar pie a recordar.

En general, esta novela me parece que está bien escrita y que tiene elementos notables, pero por desgracia, sólo mantiene el interés hasta alrededor de la página 200. A partir de ahí se ralentiza y pierde impulso porque la autora se dispersa y toma decisiones equivocadas.

Ogawa introduce una subtrama sobre una mecanógrafa sin voz que al final tiene cierta conexión conceptual con la historia principal (la protagonista es escritora), pero que está repleta de fragmentos insípidos. Aunque lo compensa un poco con la subtrama del hombre al que esconden porque no olvida.

Un momento clave en la novela es cuando la protagonista descubre que la Policía de la Memoria no sufre las desapariciones ni olvida. El lector automáticamente quiere que le expliquen por qué sucede esto, pero Ogawa decide pasar por alto esta cuestión, pese a que es de importancia capital para la historia. Esta decisión, para mí, hunde por completo a la novela, pues a la hora de aportar respuestas, la autora las esquiva. Aunque quizá el problema no sea no aportar respuestas, sino ser poco sutil a la hora de ocultarlas, hasta el punto de que el vacío es evidente (los habitantes de la isla ni siquiera lo comentan).

La parte final del libro tampoco es satisfactoria porque favorece el apartado poético en detrimento de la credibilidad. Además, resulta frustrante que no se expliquen ciertas cosas generales como por ejemplo (cuestión importante para mí), por qué se persigue a los que no olvidan, en lugar de acudir a ellos para refrescar la memoria del resto. Hay varios aspectos clave de esa sociedad (se me ocurren docenas) que requieren más luz. 

Se puede alegar que la isla es una sociedad de control y que las altas esferas, por algún motivo desconocido, no quieren que la gente recuerde, pero según el diseño de la novela, las cosas desaparecen aleatoriamente, por lo que esa suposición no tiene demasiada validez (podría haber un antídoto que sólo tienen los poderosos, pero ya tendríamos que suponer muchas cosas).

El juego de contrastes entre la subtrama de la mecanógrafa que no tiene voz y la protagonista que sólo tiene voz tampoco está bien enlazado. Parece una ocurrencia tardía para añadir una capa más que sirve para que el texto sea un poco más poético, pero perdiendo eficacia y fluidez.

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