Esta novela se conforma con imitar el formato de un guion cinematográfico y con parodiar los estereotipos que abundan en Hollywood sobre los asiáticos. Y me temo que no es suficiente, o por lo menos eso es lo que me pareció después de soportar alrededor de 100 páginas.
Desde el principio, el tono de Charles Yu es excesivamente tontorrón y consigue que el lector no pueda tomarse en serio nada de lo que está leyendo. El humor es infantil, pero dentro de lo infantil, de lo más bajo. Un ejemplo: el protagonista tiene hambre y su estómago le habla y le dice (traducción mía): "¿Qué tal si nos echamos un cuarto de libra del McDonald's? o ¿qué te parece si cocinas tu zapato? o ¿qué te parece si cocinas tu zapato con una salsa de ajo y chili?"... Applause.
Sinceramente, parece una novela para adolescentes, de hecho, tuve que comprobar varias veces que el National Book Award que ganó era el de ficción y no el de la categoría de literatura para adolescentes. Tanto el artificio del guion como su parodia de Hollywood se agotan con bastante rapidez y lo que queda es... el equivalente literario a uno de esos gatos dorados que mueven la pata sin parar desde el interior de un bazar chino.
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