Distancia de rescate de Samanta Schweblin.
Leí 30 páginas... llámalo "distancia de lectura": mecanismo interno que separa mis ojos del papel cuando advierte la vacuidad de lo narrado y la potencial pérdida de tiempo.
"Siglo 21"; hay que ponerlo con número para reflejar adecuadamente la post-postmodernidad; las letras se quedan antiguas en la era de lo audiovisual; la gente no quiere "leer", quiere "ver"; relación directa con el cine.
"Siglo XXI"; el palito, elemento vertical que nos separa del siglo anterior, funciona como metáfora del rascacielos del ego que intenta tocar las nubes en esta época; cuántos se creen artistas y no son más que albañiles; con todo el respeto para el albañil, pues al menos conserva la humildad y no se cree arquitecto.
Diagnóstico de las creaciones de este siglo a través del texto de Samanta y ciertas conexiones: oleada de fragmentación y ambigüedad que pretenden, una vez más Nietzsche, "enturbiar sus aguas para hacerlas parecer más profundas". Esos dos recursos se adoptan ciegamente como herencia de los precursores postmodernos y se lanzan al folio en blanco como pilares de cualquier relato con pretensiones de innovar. Problema: no hay relación (simplificando) entre forma y contenido. El conjunto de la obra no es armónico. No hay un todo. Casualidad: los individuos son cada vez menos íntegros = las obras son cada vez menos íntegras y están más vacías. ¡Ups!
Ante la ausencia de profundidad postmoderna (ya en Jameson), vemos cómo el enfoque principal no es la humildad (si no sé escribir o no tengo nada que decir, me aparto) o el esfuerzo (suplo mi falta de talento con trabajo), no, no, no, no... Escribir y disfrazar. El predominio de la superficie. Que parezca que hay algo, aunque no lo haya. Concéntrate en el efecto y la imagen externa... aplausos garantizados.
Anora
Hace 8 horas
Este es uno de los pocos blogs de internet que siempre me agrada leer, pero te prodigas poco.
ResponderEliminarEl asunto: el público lector carece, hoy en día, de un criterio propio. O mainstream o hipster. Y así nos va como nos va. La gente se parte el culo con el club de la comedia o con ocho apellidos vascos y esto es un hecho innegable.
Antes la gente era igual que ahora pero había un montón de posibilidades para que adquirieran un criterio propio. Ahora que hay más medios de comunicación que nunca hay menos elitistas que nunca. Y los únicos que se preocupan por decirles a la gente lo que de verdad merece la pena o lo que es "de ser tonto" son los del Mediamarkt.
Comenta con más frecuencia, por favor. Sin necesidad de que te hayas leído un libro primero. No hace falta.
Todo esto que estás diciendo está ya en Pynchon, fíjate. El problema: la incapacidad de seleccionar lo que es verdaderamente de valor debido a la entropía relacionada con la teoría de la información. Llanamente: hay tanta información que cada vez es más difícil saber lo que es bueno. Y claro, los capitalistas se aprovechan de esto para manipular a los ignorantes y cargar de valor lo que a ellos les interesa. También hay mayor énfasis en los impulsos sociales y en la sensación de pertenencia. Es un cúmulo de cosas.
EliminarCreo que era David Foster Wallace el que comentaba en un ensayo que si antes los anuncios intentaban "diferenciar" al potencial comprador a través del producto, ahora se trata de generar pertenencia a un grupo.
EliminarEs curiosa la apelación a Nietzsche para derribar el discurso posmoderno porque, entre otras cosas, desde ciertos autores, por ejemplo Alan Touraine, Freud, Nietzsche y Marx son los tres autores base de la crítica a la modernidad y por lo tanto los que fundan el posmodernismo. Nietzsche puede ser considerado un autor posmoderno si se entiende por posmoderno la ausencia de un discurso de la verdad única (el sofismo nietzscheano) y de los grandes relatos (el uso del aforismo). Sería tal vez necesario definir qué se entiende por posmodernismo para que así lo que se escriba tenga algún sentido. Caso contrario, si lo que se escribe no tiene sentido se alcanza el punto que se critica: un texto sin sentido, que sale de la estreches de miras propia. Peor todavía: un discurso moralista que reduce un intento de lectura de una novela a desvaríos acerca de las limitaciones del autor de la novela.
ResponderEliminarSi se quiere decir que el posmodernismo se reduce a un relato fragmentario entonces ya podemos considerar a Las mil y una noches como texto posmoderno o El Quijote. O, ya que estamos, a la filosofía de Nietzsche, con sus aforismos y diálogos y personajes.
Rechazar incluso todo intento de lectura de una novela por el capricho del gusto y porque se supone que la fragmentación de la novela es un recurso deudor de la falta de talento es simplemente un discurso anti-intelectual y demagogo; es, básicamente, elevar a la categoría de verdad y de denuncia la mediocridad propia.
Curioso también que la persona que habla de los lectores de hoy como lectores visuales sea el mismo que se niega a la lectura cuando la lectura es compleja.
Gracias de parte de un lector que disfruta de lo que le gusta.
EliminarEse "name-dropping" inicial (Freud, Marx, blablabla) muestra ese aparentar sin decir nada del que hablo, por tanto, ¡enhorabuena!, ¡eres un individuo postmoderno!
EliminarNo he acudido a Nietzsche para derribar el discurso postmoderno, no veo dónde está la evidencia de eso. He utilizado una frase suya para explicar metafóricamente lo que me parece el texto de Samanta y la tendencia habitual de la literatura actual, que en su mayoría está vacía. Una característica negativa de la postmodernidad, descrita por Fredric Jameson, posiblemente el teórico más importante del tema, es la ausencia de profundidad de las obras, lo cual no quiere decir que no existan discursos postmodernos profundos (Gaddis, Pynchon, DeLillo, Foster Wallace, Markson, etc.).
Nietzsche no puede ser la base de la crítica a la modernidad puesto que la modernidad, a efectos literarios, se establece después de él (Woolf, Joyce, Faulkner, Proust, etc.). Nietzsche es la antesala del existencialismo y más tarde del postestructuralismo y podría verse como precursor de la postmodernidad, eso sí.
En realidad habría que hablar de "postmodernismo", extensión estética del modernismo (la fragmentación ya aparece ahí), y de "postmodernidad", que abarcaría una época y ciertos aspectos filosóficos: la democratización de la cultura, la crisis hermenéutica (semiótica, postestructuralismo, deconstrucción), la muerte de los metarrelatos (Lyotard), la predominancia del capitalismo en las artes (Jameson), la ambivalencia (Jencks, Hutcheon), los simulacros (Baudrillard), etc. ¿Ves?, también puedo soltar nombres.
No he hablado de lectores visuales, he dicho directamente que la cultura actual es visual, de eso no hay duda. Eso de "lectores visuales" te lo has inventado tú. Podríamos decir que falta complejidad intelectual porque el autor de hoy en día es un ser mayormente visual (más estímulos visuales debido a la globalización, internet...) y carece de capacidades lingüísticas y de abstracción que sí tenían sus antecesores.
No es una crítica personal a la autora, no tengo nada contra ella. Intento esbozar una reflexión global a partir de lo que me transmite el texto.
Si esta obra es una lectura compleja no sé qué serán "La broma infinita", "V.", "Ruido de fondo" o "Los reconocimientos".
*No doy ninguna verdad. Precisamente, en la postmodernidad predomina el postestructuralismo, algo que es contrario a la validez de una única interpretación.
**No he rechazado el intento de lectura, de hecho, he intentado leer el libro.
No es un “name droping” sino el contenido de un libro de Alain Touraine.
EliminarMe gustaría preguntarte qué entiendes por “profundidad”. Y lo otro que no entiendo es cuando dices que hoy hay “un ser mayormente visual y carece de capacidades lingüísticas y de abstracción que sí tenían sus antecesores”.
Más alla de la complejidad o no de la novela, básicamente intento decir que el texto que escribiste como crítica sólo se basa en una moralina acerca de la “ausencia de profundidad” de los escritores de ahora. Por cierto, ¿cuándo empezaría ese “ahora”, eso “actual”? Sería más claro si realizaras el corte, marcaras el antes y después, y trataras de explicar ese vacío de profundidad. Si no, no se sostiene el discurso. Insisto, y la “profunidad” también deberías definirla, así los que no entendemos podemos tratar de entender algo (y no vale hacer un, ¿cómo se dice?, “name droping” para sostener la idea de lo profundo)
Entiendo como "profundo" algo que muestra una indagación mayor de la habitual y que presenta niveles más complejos de una realidad (emotiva, sensible, intelectual...). Muchas veces se trata de que el escritor llegue, a través de su percepción y capacidad analítica, a capas a las que nosotros no podemos llegar.
EliminarLa clave está en el esfuerzo y en el uso del lenguaje. Es mucho más fácil ver algo que leerlo, leer requiere más actividad. Actualmente, hay más estímulos audiovisuales y el acceso es más fácil (TV, internet). Todo el mundo ve alguna película de vez en cuando o escucha música, pero no todo el mundo lee. Leer requiere cierto esfuerzo intelectual. Además, la tendencia social y doméstica es hacia el confort. El desarrollo de la tecnología conlleva una automatización (ejemplo: lavavajillas; o mejor, el simple hecho de que todo esté en internet hace que haya menor esfuerzo en aprender cosas; esto ya lo planteaba Platón sobre el impulso de la escritura). Todo esto genera confort y tendencias que se aproximan al menor esfuerzo posible. De hecho, este es uno de los temas que desarrolla David Foster Wallace en "La broma infinita".
No habría un corte temporal para lo visual, quizás sería la educación y la influencia de la televisión e internet en la vida de cada uno. Desde luego que las generaciones del 90 en adelante son puramente visuales, apenas leen y tienden al confort intelectual o perceptivo (generalizando, no todo el mundo es así).
Sobre lo "profundo" otra vez. Samanta a lo mejor genera una tensión, me habla de algo oscuro, me hace sentir mal, pero ya está. Wallace, por ejemplo, reflexiona sobre la adicción en relación con la sociedad, la TV, las drogas, el mínimo esfuerzo a la hora de recibir obras de arte, etc. El discurso del último es mucho más complejo y aporta más luz y clarividencia para un lector. No obstante, no todo es profundidad, tampoco simplifiquemos. Hay textos que son muy sencillos, sin profundidad, pero tienen un "aura" o una energía especial que los hace únicos.
La parte en la que no estoy de acuerdo en tu argumentación es precisamente la comparación en la que te sostienes. Lo profundo como “una indagación mayor” o un “nivel más complejo” que lo no profundo, que se infiere sería algo “menor”, con un signo “menos”. ¿Cómo se mide esa diferencia? Apelas al lenguaje pero dices que el texto profundo “aporta más luz y clarividencia para un lector”, y creo que en este punto hay un problema, al hablar de “un lector”. Porque, apoyándome en el ejemplo al que aludes, Wallace a mí, como lector, no me aporta absolutamente nada. No me hace ver nada nuevo. Esto no quiere decir que no lo valore como escritor, seguramente lo sea, pero creo que el valor no pasa por la profundidad sino que debería pasar por otro lado. Ese “otro lado” es más complejo y, desde mi punto de vista, está ligado a la estética desde donde se lea más que a un tema o mensaje o sensación definidos a priori por el sujeto lector. Y ese “otro lado” también creo que debería estar vinculado a lo inesperado más que a la identificación de lo profundo. Si el valor pasara por la profundidad y la profundidad se definiera por lo que determinado texto le hace sentir o ver a un lector, a un determinado lector, entonces sí caemos en un radical relativismo posmoderno; digo, a mí Wallace no me hace ver ni sentir nada, entonces no sabe escribir. Y este argumento carece de sustancia, es mera expresión del gusto. Además, se deduce que todo aquel que no siente ni ve lo que yo veo en un texto (o, al revés, todo el que ve lo que yo no veo en un texto) o es imbécil o es un impostor o está alienado a la cultura audiovisual. O sea, la diferencia que define lo profundo se reduciría a quien se pronuncia sobre lo profundo.
EliminarLa diferencia entre lo profundo y lo no profundo es evidente a nivel físico/material. La superficie del mar frente a las profundidades. Posiblemente, a día de hoy, mostrar en un documental la fauna del fondo del mar es mucho más enriquecedor que mostrar la superficie del mar, puesto que todo el mundo tiene acceso a esta última. A nivel literario es más sutil, pero es lo mismo. Aunque mayor profundidad no siempre es mejor, se agradece, porque aporta cosas distintas a la experiencia cotidiana. Y todo esto desde un punto de vista temático. Hay factores estéticos y formales que pueden alterar el punto de vista sobre un tema y aportar una dimensión más profunda.
EliminarHoy en día, ese "la realidad supera a la ficción" impone ciertas normas a las creaciones, y es que ya no sirven las novelas que simplemente señalan o indican algo a lo que todo el mundo tiene acceso a través de la misma realidad. La ficción tiene que dar algo que no esté al alcance de cualquier persona. Esto tiene cierta semejanza con la reacción de la pintura a la aparición de la fotografía y el cine, es decir, si hay máquinas que capturan la realidad de forma fidedigna, deja de tener sentido pintar buscando la fidelidad a la realidad.
Una cosa es que Wallace no te aporte nada (subjetivo) y otra cosa es que no sea profundo, que sí lo es (objetivo). A mí no me gusta "Bajo el volcán", por ejemplo, pero soy consciente de que tiene cierta profundidad que a algunos puede gustar.
Insisto: no es exclusivamente un tema de profundidad, hay varios factores. Una novela sobre una historia de amor, con un enfoque original, puede resultar enriquecedora. Aunque podríamos hablar de cierta profundidad formal y que la conexión entre forma y contenido sí es profunda. En fin... al final siempre se trata de juegos de palabras e incomprensión fruto del lenguaje.
Seguimos sin estar de acuerdo pero continúo porque me parece un debate interesante. Si no te interesa, me dices y lo dejamos.
EliminarSigo creyendo que la definición de lo profundo es subjetiva y que, en realidad, no aporta nada. Creo que sigue marcándose el punto entre lo profundo y lo no profundo desde lo subjetivo. Incluso el ejemplo que das del mar es subjetivo: lo “profundo” del mar se define a través de una perspectiva, de un punto de vista. Un bicho que vive en lo “profundo” del mar tendría otra perspectiva, no diría de sí mismo que vie en lo “profundo”.
Al revés, me parece que lo más arraigado está en la superficie, a la vista de todos, y que lo interesante es hacerlo ver de otra manera. Que en realidad nada está “oculto”, no hay nada “profundo” que haya que buscar en otro lado, en otra escena. Lo reprimido, lo oculto, lo profundo no es más que algo dicho bajo la forma de lo profundo, de lo reprimido, de lo oculto.
Por ejemplo, si sigo tu lógica, no encuentro interés en Wallace porque sus reflexiones sobre, no sé, las adicciones las puedo encontrar en ensayos y trabajadas de maneas más interesante.
Creo que lo literario se basa, precisamente, y aludiendo a lo que dices al final, no a la comunicación sino a la no comunicación, a lo que escapa al lenguaje, mucho más que al mensaje. Y en ese punto la experiencia de la lectura no es lineal, ni siquiera siempre es placentera. Si la experiencia de la lectura se basa en estar al acecho del surgimiento de lo profundo y, después de unas páginas, si no se encuentra, o si se cree que no se encuentra, se abandona el texto, entonces se pierde la experiencia. Leer de esa manera, dejando no bien surge el aburrimiento o no bien se piensa que no hay profundidad en el texto, ¿no es una manera de hacer lecturas-zapping? ¿No es una manera de leer propia de la cultura audiovisual a la que criticas?
Saludos
Entiendo tu punto de vista. De alguna manera, en ese "ver lo superficial de otra manera" hay una profundidad implícita que tú mismo señalas con la frase "de otra manera". Ese "otra manera" indica que hay una manera estandarizada de ver lo superficial y que a ti te interesa "otra". Que alguien escriba sobre la superficie de otra forma no quiere decir que esa escritura no sea profunda. LA profundidad puede estar centrada en algo superficial. No obstante, a través de esa forma se llegará a algo nuevo, profundo, si no no tiene interés.
ResponderEliminarProblema: nada es igual, todo es diferente, entonces, se podría justificar cada escritura pues aportaría su "profundidad", una forma distinta de ver las cosas. Esto es caer en el relativismo que condenabas antes.
Lo interesante de la literatura es que llegas a determinada información a través de la experiencia de la lectura, no de la información puesta en crudo. Ejemplo: ensayo sobre la gravedad o una novela en la que unos personajes perciben la gravedad por primera vez. La segunda te permite experimentarlo de otra forma, quizás más rica.
Creo que la literatura, si no tiene cierta profundidad, no sirve de nada. Para mí el entretenimiento es una característica necesaria de la literatura, pero no un fin en sí mismo.
No sé si contesto a todo.
Gracias por tomarte el tiempo de la respuesta. Creo que finalmente nunca nos pondremos de acuerdo porque leemos por razones diferentes, motivados por cosas distintas. Formas válidas las dos, por supuesto. No soy relativista en la literatura, no creo que cualquier cosa sea literatura: así como te interesa más la profundidad y el mensaje, yo prefiero el desvío, el punto en que donde el lenguaje no funciona, se atasca; el límite y la excepción. No todo texto consigue ese trabajo con la lengua ni con la trama. Que leamos por causas diferentes hace que leamos de manera diferente, que la experiencia misma difiera entre uno y otro.
EliminarEn todo caso, lo que me molestó, y pido disculpas si el primer mensaje fue un poco duro, es que al principio, por tu forma de argumentar, parecía que todo aquel que no lea a tu manera caía en el saco del relativismo vacuo. Creo ahora haber entendido más tu postura. Gracias por el tiempo de debate. Saludos
En realidad no tengo ideas fijas sobre lo que busco en un libro, suelo intentar aproximarme de forma abierta. Sí que es cierto que exijo un mínimo de profundidad, aunque, insisto, una preocupación formal seria que armonice con un contenido sencillo, puede ser una fórmula bastante interesante. Se me ocurre Kerouac o Bukowski, que no son precisamente "profundos", pero sí creo que aportan cosas.
EliminarSi te interesan libros en los que el lenguaje es el centro (quizás se atasca, como tú dices) te recomiendo David Markson (especialmente "La amante de Wittgenstein"; si lees en inglés lo encontrarás fácil, en español está más difícil) y Thomas Bernhard ("El malogrado", "Corrección", "Tala"... vale cualquiera). Son dos de mis autores favoritos. Algo más oscuro y complicado, Ben Marcus, "The Age of Wire and String", pura reflexión lingüística, pero no está en español.
Un placer dialogar, no hay problema. Mi forma de escribir aquí (alter ego condonumbilicaniano) quizás sea un poco incisiva, pero en ningún momento rechazo otros puntos de vista ni pretendo imponer mi visión. Gracias a ti. Un saludo.
Quizá me expresé mal y no se trate de buscar en la lectura sino de lo que conmueve en la escritura. Es la parte subjetiva.
EliminarBuscaré a David Markson, de quien ya había escuchado hablar, y también a Ben Marcus, a quien no conocía. Con Bernhard me pasa algo extraño, que podría lanzar otro debate-pelea: creo que me leí todas sus novelas, las que más me gustaron fueron Corrección, Trastorno y El sobrino de Wittgenstein. Siempre las leí traducidas al español porque no leo alemán. Pero sus novelas autobiográficas las leí traducidas a otro idioma y no me gustó nada. Empecé a releerlo en español y perdí un poco el interés. No quiero releerlo para no perder el impacto que me produjo en su momento pero me pregunto si no tendrá bastante que ver el traductor en su estilo o si será de esos autores que pierden un poco en la relectura porque uno ya le conoce los trucos. Hay otro menos conocido que me gusta mucho, Gordon Lish.
Queda por decir, ya que era el motivo de tu entrada, que en lo personal, Distancia de rescate me parece una buena novela. Consigue complejizar el vínculo del amor, desplegando sus ambigüedades, su aspecto odioso, incluso angustiante y terrorífico. Lo hace a partir de un tema universal y bastante naturalizado en el peor sentido, el amor de una madre. En su aspecto formal, construye la trama a partir de un descentramiento de la protagonista, poniendo en un mismo plano monólogo-diálogo, cosa que me parece interesante porque ubica al amor-odio-temor en un espacio que no es enteramente subjetivo ni objetivo.
Saludos y volveré entonces en otras entradas para continuar con el debate.
Leí el primer libro de relatos de Samanta Schweblin y sí me gustó. Este lo tengo en la lista en los primerísimos lugares. A ver…
ResponderEliminarYa me dirás.
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