29 de agosto de 2014

Cartoon

Karoo de Steve Tesich.

Resistí 58 páginas. Historia humana bañada en el estereotipo del perdedor entrado en años, divorciado, alcohólico, que apenas hace caso a su hijo... Prosa sin musculatura, coleguil, directa, recursos mínimos, buscando el chiste fácil constantemente. Humor de esta guisa: "para hacerse oír en aquel ambiente había que arriesgarse a una distensión de testículo". La irrelevancia de lo narrado alcanza cotas muy elevadas. Nivel literario inexistente. El propio autor diagnostica su libro cuando a través del protagonista, que trabaja corrigiendo guiones de cine, dice "mi vida personal solamente se compone de esa misma grasa, de las escenas infladas e innecesarias que yo elimino con tanta pericia de las películas y guiones de los demás". ¿Y pretendes que me lo trague entero? Según la contraportada es "una de las mejores novelas de los últimos cincuenta años"... Poco más que decir.

26 de agosto de 2014

New Weird City

La ciudad de Mario Levrero.

Un hombre se pierde en la noche y acaba en una extraña ciudad (pueblo) de la que le cuesta mucho desapegarse. Destaca la precisión de la prosa, sencilla, sin ornamentos, con una neutralidad que enfatiza los relieves del texto. En general, me parece un ejercicio narrativo excelente. Utiliza la ambigüedad de forma muy sutil para crear una atmósfera indefinida, borrosa, rara, que funciona a la perfección. Y tenemos al protagonista absorbido por un entorno cuyas leyes y normas no son familiares. Dos inconvenientes, uno gordo y otro flaco. El flaco: la escena de las luces de la gasolinera es inverosímil. El encargado de la gasolinera nunca delegaría tanta responsabilidad en un desconocido si verdaderamente un fallo en la ejecución pudiera desencadenar un desastre (la escena, puesto que no tiene mayor repercusión en la secuencia de acontecimientos, resulta efectista). El gordo: más allá de la narración no hay trascendencia o voluntad alguna de acercarse a algún tipo de verdad, no hay revelación o aprendizaje vital. Me parece un buen libro, pero creo que falta trascendencia para que pueda ser considerado una gran obra.

16 de agosto de 2014

De los menhires

The Luminaries de Eleanor Catton.

Te regala el libro alguien que sabe que te gusta la literatura y la astrología (al abrir el libro en modo comprador potencial se observan varias referencias astrológicas, lo cual resulta bastante atractivo para el que conoce los tejemanejes planetarios). Te sientas, abres el ejemplar y a las 50 páginas, aparte de las molestias por la tensión muscular a la que obliga la sujeción de tremendo tochaco (más de 800 páginas de hoja ancha), el cerebro empieza a sentirse agredido y da tirones hacia otra parte, como el perro que cuestiona la voluntad de su dueño. Y qué haces, no dudas ni un instante (pues el órgano en cuestión no miente, las inclinaciones naturales nunca se equivocan), te levantas rápidamente y arrojas el libro por la ventana con la fortuna de que éste cae a la piscina del edificio de enfrente (uno que no se puede permitir tantos lujos en verano) y queda totalmente empapado por esa mezcla de H2O, cloro, crema solar y orín de impúber, lo que agrada soberanamente a la pereza y permite que el cuerpo, en la imposibilidad de recuperar el pisapapeles anglosajón, se relaje hasta abrazar el sueño. ¿El texto? Comienza con una introducción en la que la autora defiende la astrología sideral (que aun pareciendo intuitivamente más adecuada, no funciona) y se atreve a afirmar que la astrología tradicional está basada en un error (de ahí su foto del final, con brazos cruzados y mirada de superioridad). Después de esta exhibición de sabiduría, la siguiente página incluye una carta natal que está al revés (supongo que no es tan ingenua como para errar de esa manera... como ambienta su narración en el hemisferio sur, alguna opinión descabellada tendrá al respecto, o quizás quede mejor el dibujo al revés). Tras la pose empieza el verbo. La prosa destila un aroma a rancio (olor a muebles antiguos) que echa para atrás, no hay frescura. Sí hay sobredosis de narración: descripciones demasiado extensas y muy abundantes; los rasgos de los personajes llegan a través de palabras y no de actos; los acontecimientos no suceden (son expuestos), la narradora se da tanta importancia que no permite que los personajes y las situaciones respiren si no es a través de ella, en ningún momento el texto tiene vida por sí solo. La guinda al pastel son las explicaciones que añade a los diálogos, epítome de la pesadez. Temática, argumento, profundidad... aburrimiento. Mucha excentricidad esotérica y muchas ganas de llamar la atención con astrología, pero no hay una base sólida de recursos narrativos y conceptuales que respalde tanta tontería.

9 de agosto de 2014

Se abre el telón y aparece...

Telón de boca de Juan Goytisolo.

Frases y palabros: "aguas pútridas rebalsadas", "le encenegaban la mente", "al volante de su retaco de coche", "encabalgarla", "las sombras se adensaban", las plantas "descaecían", "esfuminadas", etc. Que pueden ser términos correctos o incorrectos, da igual, pero en un texto de 2003 como que no acompañan demasiado. Allá cada cual con su pluma. Aguanté medio libro, esto es, unas 50 páginas, a trompicones. Un hombre que está punto de morir y tira de recuerdos. Aparte de las pretenciosidades gratuitas que no aportan nada, tipo "Saltó atrás a su juventud, a las dudas pascalianas y dilemas suscitados por la lectura de Kierkegaard", el libro se fundamenta en obviedades y generalidades que se ponen la máscara de profundidad, véase: "la vida no era sueño sino alucinación, una alucinación cuya consistencia acrecía conforme se sumaban la experiencia y los años"... una profundidad abisal, un relato descorazonador, sólo mirar a los ojos de la tinta negra ya acojona (tamaña hondura existencial abarca). Viéndolo desde otro punto de vista, quizás la mayor virtud del texto sea ésa, parecer inteligente y profundo a pesar de no tener nada que decir.

6 de agosto de 2014

Pizza Margarita

Pizzería Kamikaze y otros relatos de Etgar Keret.

Autor israelí, muy famoso en su país, que cuenta con varios bestsellers a sus espaldas. Y no es que me sorprenda, es que no me extraña, visto lo visto. Relatos intrascendentes, plagados de excentricidades (caprichos que el autor, en pleno proceso creativo, no pudo refrenar), con un humor infantil y una prosa desnutrida. Altamente prescindible.

2 de agosto de 2014

Roulettenburg

El jugador de Fiódor Dostoyevski.

Bien escrito e interesante en un principio, pero bajo mi punto de vista, peca de ser muy "lío de faldas". Un hombre con dos pasiones: las mujeres y el juego (muy autobiográfico, por lo visto). Y que si una se casa con el otro por su dinero, que si la otra es una golfa, que si tiene un amante, que si no te quiero pero te manipulo, que si las clases sociales, etc. Fiódor también aprovecha para repartir collejas por la nuca de rusos, franceses y alemanes... unos son poco honrados, otros son pijos, otros son mentirosos... Los personajes, sobre todo el protagonista y la abuela, están muy conseguidos. Fiódor desarrolla las relaciones entre personajes jugando con el concepto de "esclavitud". Los personajes vienen a ser esclavos de las más grandes pasiones (amor y dinero). El protagonista es esclavo de la mujer a la que ama, pero a su vez, es esclavo del dinero (y así casi todos). No me pareció del todo creíble el final, cuando el protagonista se va con Mademoiselle Blanche, ya que ésta le desprecia claramente (lo que obliga al lector a asumir que el protagonista es demasiado ingenuo, por no decir idiota). El texto está bien, pero la verdad es que esperaba algo más.