26 de febrero de 2014

Un pueblo llamado Dante’s Peak

Bajo el volcán de Malcolm Lowry.

El principio es algo confuso, cuesta entrar en el texto porque los personajes se solapan, pero luego todo se ordena y fluye mejor. Inicialmente el protagonista describe los alrededores de la ciudad mexicana en la que está y va incluyendo algunas digresiones. Este mecanismo narrativo, acompañado de una prosa cuidada y una expresividad bastante creativa, me resultó interesante, por eso fui capaz de llegar hasta la mitad del texto. Cuando la mujer empezó a recriminarle al Cónsul lo de su alcoholismo por vigésimo tercera vez consecutiva, decidí abandonar. Argumento: un borracho que se encuentra, tan metafórica como literalmente, "under the volcano". Está divorciado y es un borracho. Su mujer viene a reconciliarse con él, a sacarle de las borracheras y llevárselo a casa, pero él se aísla a través del alcohol y no quiere salir de ahí, de alguna manera asume su destino. Creo que el autor, en sus ganas de enfatizar esa soledad de borracho y ese dejarse llevar hacia el infierno, cae demasiado en la repetición y no presenta acciones variadas, como si sólo jugara con dos o tres colores en vez de utilizar una paleta más rica. Aparte, Lowry se dispersa. Si hacemos una comparación de borrachuzos para entender esto, Lowry vs Bukowski (made in Ire), el primero es más profundo y más elaborado, el segundo resulta más efectivo y golpea más. Bukowski presenta una prosa fría y directa que llega sin contemplaciones, el ser humano se desnuda, no hay filtro entre él y el lector, y eso genera cierta concentración, sin embargo, Lowry es más retorcido, hay oscuridad entre el personaje y el lector, por eso quizá llega menos, porque ese oscurecer el destino individual, si no es muy preciso, difumina la intensidad de los acontecimientos y reduce la concentración, pierde enfoque. Creo que Bajo el volcán es una obra bastante elaborada, pero que por momentos es repetitiva, poco práctica y dispersa, de ahí que el texto, según se avanza en la lectura, vaya perdiendo intensidad.

23 de febrero de 2014

Monotocromía

Volverás a Región de Juan Benet.

Abandono tras un 25% leído (algo más de 70 páginas). Tema central: la guerra civil, esto es, mi interés = 0. A pesar de que la prosa me parece elegante y la idea de concentrarse en el territorio llama la atención, esta novela es un coñazo total. Ejemplo: "los esfuerzos hercinianos del momento westfaliense han tomado forma (al parecer) en la región astur-leonesa a lo largo de un geosinclinal cuyo eje debía pasar por algún punto de Galicia para resolverse en una familia de arcos de plegamiento de dirección E-W que paralelos entre sí en el occidente de Asturias se van cerrando al contacto con el macizo resistente para mostrar una acusada convexidad en su extremidad gallega". Pues eso, una elegancia que se ahoga en su propio vómito, como si leer fuera un acto de absorción de palabras irrelevantes, el autor deja escasas rendijas para que entre la luz de un hilo argumental o para que de rebote, manque sea, algún reflejo inspirador se filtre y aparte los bostezos. Se dedica a describir el terreno y a dar nombres de regiones, montañas, ríos, cordilleras, "Mampodre", "Rañeces", "Láncara", "Dinant", y la narración resulta estática, sin movimiento, sin color, sin acción, sin contenido humano, todo es descripción, un vacío de palabras que apuntan hacia el territorio. ¿Ahí está la gracia? ¿Vacío narrativo que intenta expresar el vacío existencial? La verdad es que no soy capaz de ver la relación que hay entre describir milimétricamente la corteza terrestre y la guerra civil. ¿O quizás el tema central es el territorio? Vale. ¿Por qué? ¿Dónde está la conexión? No sé si merece la pena soportar las cotas de aburrimiento que alcanza el texto porque no parece haber galletita al final del túnel.

19 de febrero de 2014

Para quemarse a lo bonzo

Una caja de cerillas de Nicholson Baker.

Buenos días, son las 4:57 a.m. y soy una bola rodante, llámame Matojo, de esas que aparecen en las películas del Oeste y que transgredieron el género y actualmente se utilizan como recurso humorístico para expresar el aburrimiento. Dícese de la novela en la que no pasa nada y se le atribuyen fenómenos existencialistas. Buenos días, son las 5:11 a.m., ahora no se me ocurre nada que decir así que os describiré cómo enciendo la chimenea y cómo mi pata, hembra del pato, inspecciona troncos de madera en busca de insectos para nutrirse. Buenos días, son las 4:34 a.m., hoy que el número es capicúa voy a hacer algo especial, voy a tomarme una taza de café frente a la chimenea, pero antes quiero que observéis cómo manejo las cerillas con una mano. Buenos días, son las 4:55 a.m., el libro era una broma y el editor se lo ha comido, claro ejemplo de que una vez que tienes un nombre da igual lo que escribas.

17 de febrero de 2014

Alta literatura me dijo un italiano...

La soledad de los números primos de Paolo Giordano.

La clave para escribir un bestseller es ser plano, narrar sin profundidad, exponer las cosas de forma clara, sin voz propia, que la prosa sea lo más neutra posible, así al lector no se le exige nada, sólo tiene que mover los ojos de izquierda a derecha, abrir la boca y consumir el texto, lectores como patos intubados, sobrealimentándose de literatura comercial para que en lugar de sus hígados lo que se hinche sea el bolsillo de los editores. La gente no quiere hacer el esfuerzo de ponerse en la piel del otro, quiere que el escritor deshumanice el texto, que componga una oda a lo genérico, que elimine todo rasgo diferenciador. Todo bestseller exprés (que vende mucho a corto plazo) parece escrito por un robot. Paolo Giordano es un autómata. Ya dijo Andy Warhol años atrás que quería pintar como una máquina y al final sus ideas deshicieron la frontera entre arte y bien de consumo. Desde que aceptamos lata de sopa de tomate como arte la evolución no ha sido hermosa.

Debes cambiar tu vida

Un combate y otros relatos de Patrick Süskind.

Libro con tres relatos y una reflexión. Prosa bien. Todo fluye. Interesante. Nada espectacular. Quizás lo mejor sea la reflexión.

13 de febrero de 2014

Riseña de la nivola

Niebla de Miguel de Unamuno.

Augusto, protagonista, con un nubarrón por mente, abre el grifo y lanza una lluvia de reflexiones al lector, quedándose bien a gusto. Estilo veloz, se lee rápidamente. Prosa correcta, evitando atascos, repartiendo regalos a veces. Temática: hombre que idealizando amorosamente a una mujer, activa su dispositivo del amor y es capaz de enamorarse de todas. Errores y aciertos. ¿Eh? Por un lado ese chaparrón de reflexiones resulta interesante porque da riqueza al texto y produce cierta efervescencia cerebral, pero por otro lado, muchas veces el trazo es vago y la mayoría de ideas se quedan en mero esbozo, sin profundización, el autor un crupier que va repartiendo cartas sin saber lo que hay en ellas. ¿Error? Estoy seguro de que esa superficialidad es voluntaria y sirve para elevar la niebla, pero inicialmente, sin haber digerido la idea principal del texto en su totalidad, puede resultar reprochable (el propio autor dice en el texto que hay que jugar con las palabras y confundirlo todo). Así, al principio la niebla se identifica con el pensamiento, que intenta analizar todas las cosas y comprenderlas, y con la idealización y confusión del enamorado, pero después evoluciona y transita caminos más oníricos. Se aprecia un impulso innovador que quiere descolocar al lector, desordenar, promover la indefinición, romper con lo establecido. Lo más interesante llega cerca del final, con el recurso metanarrativo, cuando el protagonista habla con el autor. Cuando Augusto le pregunta a Miguel si está soñando, éste le contesta que no está ni despierto ni soñando, lo que sitúa la novela en un punto intermedio entre el sueño y la vigilia, lo inconsciente y lo consciente, lo irracional y lo racional, el azar y el orden, rompiendo así la dualidad. En mi opinión, Unamuno utiliza el término nivola para desmarcar su novela de las normas y de la tradición de realidad que suele acompañar a casi todas y colocarla en un plano especial, intangible, indefinido. A través de lo metanarrativo Unamuno traspasa las fronteras de la ficción y consigue que el lector despierte en pleno sueño (que sea consciente de que está leyendo una novela), que viva una vigilia dentro del sueño que es la novela y la literatura en general. Más tarde, cuando el autor se plantea matar al protagonista, éste último, en sus ansias por vivir, dice "también usted se morirá [...] ¡Dios dejará de soñarle!". Aquí vemos que el autor establece una conexión donde el escritor es un dios, pero también donde el propio Unamuno existe porque alguien le sueña. Cuando Unamuno produce la obra, la "sueña", los personajes existen porque él los "sueña" (reflexión sobre el acto creativo y la existencia). Unamuno ya murió, sin embargo, es inmortal a través de su obra porque el lector sueña a los personajes y a través de ellos a él. La confusión, la niebla, consiste en que vida y sueño, realidad y ficción, son lo mismo (el enamorado, aun idealizando a la amada, siente de verdad, por lo que su sueño es real). Unamuno busca la eternidad y consigue ser inmortal gracias al lector. Convierte al lector en un dios creador, ya que la vida de los personajes y del propio Unamuno depende de que algún lector lea su obra y los sueñe.

11 de febrero de 2014

Can't

¿Fue él? de Stefan Zweig.

Novela corta. Prosa correcta. Hay dos fallos que empañan el resultado final. El primero es que es un texto muy previsible, desde que aparece el can se sabe lo que va a suceder. El segundo es más grave: la inverosimilitud. Durante toda la novela Stefan se esmera en crear un personaje muy meticuloso y muy atento y al final, de repente, éste actúa de una forma totalmente opuesta a como viene haciendo todo el relato. Y no es que presente las antípodas de un comportamiento particular, es que la situación que genera el autor resulta inverosímil hasta entre personas normales, con unas capacidades mínimas de sensibilidad y atención. Gran decepción.