30 de agosto de 2021

Marcaje en zona

Zona Uno
de Colson Whitehead.

La portada de la edición en inglés que compré de segunda mano dice "a zombie novel with brains", haciendo un doble sentido con "brains". Una novela en la que aparecen sesos o es inteligente, o las dos cosas a la vez, pero que ya desde el principio te abruma con su densidad palabril, algo que se nota incluso más si, como yo, no eres nativo.

Colson Whitehead se preocupa mucho de construir frases rimbombantes, tan técnicas como pirotécnicas, pero se olvida de la atmósfera y los personajes, algo clave en este tipo de creaciones. Y para percibir esto sólo necesitas 20 páginas. Además, este tipo de prosa, en este género, agota al lector con bastante rapidez si no ofrece incidentes estimulantes.

Básicamente lo que sucede es que el autor confunde prosa enrevesada con inteligencia, sustituyendo la profundidad y la observación lúcida por la elocuencia lingüística, y espera que el lector se limite a saborear la prosa y prescinda del resto de ingredientes necesarios para construir una novela de zombis convincente.

*Parece que este es uno de esos escritores a los que la traducción al español les beneficia. Mi mujer leyó El ferrocarril subterráneo en inglés y yo en español (crítica aquí) y para ella fue una lectura laboriosa y a mí me pareció excelente. A tener en cuenta.

25 de agosto de 2021

El señorito

Botchan
de Natsume Soseki.

Red de mentiras y engaños
en el pequeño pueblo
donde llega el nuevo profesor.

Chismorreos varios se esparcen,
romances rotos y sospechas,
golpes rotundos para el pecho son.

Ligereza y entretenimiento se unen
a una prosa que exuda fluidez.
Incidentes de interés y personajes bien,
lo ambiguo va cogiendo definición.

La ausencia de especificidad pesa,
me falta Japón y sus peculiaridades,
no me transporta del todo a la cultura.

Observaciones agudas y reflexiones
tampoco asoman, no son el centro.
Lectura exenta de relevancia,
pero fácil y agradable.

20 de agosto de 2021

Embalsámame

El embalse 13
de Jon McGregor.

En menos de 50 páginas ya siento que me estoy arrastrando por una prosa cuyo objetivo debe ser imitar la textura de un lodazal. El tono áspero, casi robótico, y la marabunta de personajes sin desarrollar que desfilan por el papel tampoco ayudan a conectar con el texto. ¿Que el señor Jon McGregor quiere que los personajes sean engullidos por la comunidad y su falta de desarrollo es voluntaria? Excelente idea, no aporta nada y es difícil que se sostenga con una narración tan plomiza.

17 de agosto de 2021

Do Not Donut

Este libro te salvará la vida
de A. M. Homes.

"¿Este libro le salvará la vida a quién?" pregunta mi mujer, "¿dónde está la lección que tenemos que aprender? En realidad está vacío. Yo también sé vivir la vida y dejarme llevar si puedo ir regalando coches a la gente y comiendo en restaurantes de lujo y viajando lo que me apetezca".

Titulado cual libro comercial de autoayuda, muchos autos y mucha ayuda, pero no creo que nadie alcance la iluminación tras leerlo. Es un texto un tanto paradójico, pues funciona perfectamente como entretenimiento, pero sus ínfulas autoayudísticas (con cierto toque irónico) no cumplen las expectativas. El principal problema es que es difícil identificarse con un protagonista tan asquerosamente rico cuya crisis existencial es irrisoria en comparación con la del ciudadano medio. Sí que transmite el impulso de alguien que poco a poco le va cogiendo gustillo a la vida y va mejorando como persona, pero en un contexto de riqueza y abundancia que le resta impacto.

Hay que reconocer que el humor está bien y que tiene un ritmo bastante ágil, aunque esa agilidad a veces es contraproducente, ya que da la sensación de que Homes podría haber desarrollado más ciertas situaciones. El donut, con su agujerito en el medio, sirve de metáfora obvia del vacío interior del protagonista. Los toppings son algunos de los clichés que revolotean por la historia y el glaseado es su retrato de Los Ángeles, tiene sabor, pero es poco nutritivo.

Merece la pena como literatura escapista bien escrita y resultona (una adaptación cinematográfica podría triunfar), pero no esperes grandes revelaciones espirituales sobre el ser.

14 de agosto de 2021

Hurrah for Murray

Skippy muere
de Paul Murray.

Well, well, well... Paul Murray nos regala una de las mejores novelas de los últimos años, poniendo el foco en un grupo de adolescentes y en un profesor de su instituto. Prosa de calidad, personajes bien desarrollados, situaciones ocurrentes y un humor que suele dar en el clavo. Hay magia en el desarrollo de las relaciones románticas y en las cuestiones científico-metafísicas sobre otros universos. Ejemplo perfecto de que no todos los libros sobre adolescentes tienen que narrarse de manera básica o ser simplistas. Vislumbro una futura adaptación cinematográfica que podría convertirse en clásico.

*Aunque leí el libro en versión original, lo descubrí gracias a Pálido fuego, editorial a la que hay que aplaudir por acercar a los lectores hispanohablantes obras de calidad no tan conocidas.

**No tengo ninguna relación con dicha editorial.

***La novela es tan buena que me siento culpable de que esta reseña no sea más completa.

****Quizá en un universo paralelo sí que lo sea.

12 de agosto de 2021

Premisa recibida, ¿dónde está el desarrollo?

Castillo de arena
de Frederik Peeters y Pierre Oscar Lévy.

Este cómic son 104 páginas de premisa y 0 de desarrollo. Un claro ejemplo de una idea interesante que se queda sin explorar. Es evidente que hay un mensaje sobre la mortalidad, la duración de la vida, la relatividad del tiempo... con un guiño a que el ser humano es como un castillo de arena que finalmente se lleva el mar. No obstante, las cuestiones existenciales que deberían salir a flote con el concepto apenas se dejan ver. Se conforma con llegar a una superficie medianamente poética, sin acudir a la llamada de la profundidad.

10 de agosto de 2021

Páginas a pie de notas

Noche y océano
de Raquel Taranilla.

Novela tan metanarrativa, metaliteraria e intertextual como agotadoramente mentecéntrica¹ (la aliteración es voluntaria).

¹La mente de Raquel Taranilla se proyecta de manera abrumadora sobre el texto. El lector en ningún momento siente que está navegando por un mundo único, independiente de la autora, en el que hay personajes de carne y hueso, emociones genuinas y situaciones estimulantes. La sensación es que Taranilla está descargando su mente en el papel y el lector está encerrado en ella. No hay más mundo que el cerebro de Raquel.

Los jueguitos intelectuales, con infinidad de notas a pie de página y referencias, se sostienen hasta la mitad. A partir de las 200 páginas todo se vuelve repetitivo y tedioso. Las notas a pie de página tienen una frecuencia exagerada, cortan el ritmo de lectura constantemente y lo que aportan está supeditado a un mismo concepto que a su vez se repite, lo cual es una limitación innecesaria. Uno intenta coger algo de velocidad saltándose las notas, pero llega un momento en el que el texto es puro fango gravitatorio.

Noche y océano puede estar bien como curiosidad, ya que Taranilla tiene una prosa sólida y demuestra muchos conocimientos, pero cansa. El resultado habría sido muy superior con 200 páginas menos. A veces hay que saber cuándo decir adiós².

²En inglés dirían she overstayed her welcome.

8 de agosto de 2021

Los quehaceres sin hacer

Una chica es una cosa a medio hacer
de Eimear McBride.

Esa humildad que hace dudar de las capacidades de uno mismo, junto a las ansias de hacer justicia a todo lo que leo, me empujaron a releer (intentar releer) esta novela con la que no pude en 2016. Y lo que sucedió es que no pude pasar de las 20 páginas. Parto de la base de que mis dos intentos de lectura han sido con la versión original. Supongo que la traducción amortiguará bastantes baches.

En definitiva, me remito a lo que dije en la primera crítica (aquí). La experiencia de lectura es irritante, ya que esa supuesta complejidad lingüística no aporta nada. Lo que intenta hacer Eimear McBride sólo lo saben hacer unos pocos elegidos de una manera disfrutable (véase Ben Marcus). Dudo mucho que alguien se haya leído el libro entero sin sentir algo de sufrimiento. Aquí entra bien una de mis frases favoritas de Nietzsche, parafraseando: algunos enturbian sus aguas para hacerlas parecer más profundas.

5 de agosto de 2021

Bisectriz sin aristas

Cicatriz
de Sara Mesa.

Idea interesante en la que la sosez predomina. Y entonces llega el zzz y la repetitividad hunde a la obra. La capataz Sara Mesa no es capaz de generar interés más allá de las 100 páginas. Al principio uno se deja llevar por la curiosidad, pero la falta de brillantez de la prosa junto con un desarrollo plomizo, sin incidentes estimulantes, hacen que Cicatriz se desmorone. Una novela meramente funcional que parece que está escrita más para ser publicada que para ser leída.

2 de agosto de 2021

La sencillez sutil

Ghachar Ghochar de Vivek Shanbhag.

En su sencillez y ligereza, esta novela me ha parecido muy entretenida. Gracias a su brevedad y a la fluidez de su prosa, se puede leer de una sentada. Ayuda bastante lo bien desarrollada que está la dinámica familiar y la precisión del autor. La parte final puede parecer poco contundente y un poco peliculera, pero reflexionando sobre el conjunto, sí que se aprecian varios mensajes que resultan fascinantes, principalmente por la sutileza, disfrazada de ambigüedad, con la que Shanbhag revela las claves.

Observaciones con spoilers:
Al final se insinúa que el líder de la familia ha contratado a alguien para matar a Anita. Esto habla de cómo la familia está dispuesta a todo para conservar el statu quo. Pero también hace guiños a la posibilidad de que el negocio esté lleno de irregularidades, algo que se deja entrever a lo largo del relato, ya que el narrador tiene el puesto de jefe sin apenas trabajar y sin saber nada del negocio, lo que sugiere que podría ser un chivo expiatorio que tendría toda la responsabilidad en caso de ser descubiertos. También se menciona algo de que la familia siempre se asusta cuando se nombra a la policía. El asesinato no sólo busca mantener una jerarquía familiar que hace que las cosas funcionen, sino también ocultar la posibilidad de que alguien descubra los trapos sucios del negocio, puesto que Anita estaba cuestionando demasiadas cosas.

Cabe destacar el motivo de las hormigas que usa Shanbhag para deslizar otra observación. Cuando eran pobres, las hormigas abarrotaban su cocina y eran percibidas como seres repugnantes e invasivos. Cuando son ricos, el propio narrador mata a una que no le estaba molestando y Anita le recrimina. El autor, a través de las hormigas, nos dice que para esta familia, toda amenaza exterior debe ser aniquilada. Cuando son pobres, matan hormigas; cuando son ricos, matan personas.