16 de agosto de 2014

De los menhires

The Luminaries de Eleanor Catton.

Te regala el libro alguien que sabe que te gusta la literatura y la astrología (al abrir el libro en modo comprador potencial se observan varias referencias astrológicas, lo cual resulta bastante atractivo para el que conoce los tejemanejes planetarios). Te sientas, abres el ejemplar y a las 50 páginas, aparte de las molestias por la tensión muscular a la que obliga la sujeción de tremendo tochaco (más de 800 páginas de hoja ancha), el cerebro empieza a sentirse agredido y da tirones hacia otra parte, como el perro que cuestiona la voluntad de su dueño. Y qué haces, no dudas ni un instante (pues el órgano en cuestión no miente, las inclinaciones naturales nunca se equivocan), te levantas rápidamente y arrojas el libro por la ventana con la fortuna de que éste cae a la piscina del edificio de enfrente (uno que no se puede permitir tantos lujos en verano) y queda totalmente empapado por esa mezcla de H2O, cloro, crema solar y orín de impúber, lo que agrada soberanamente a la pereza y permite que el cuerpo, en la imposibilidad de recuperar el pisapapeles anglosajón, se relaje hasta abrazar el sueño. ¿El texto? Comienza con una introducción en la que la autora defiende la astrología sideral (que aun pareciendo intuitivamente más adecuada, no funciona) y se atreve a afirmar que la astrología tradicional está basada en un error (de ahí su foto del final, con brazos cruzados y mirada de superioridad). Después de esta exhibición de sabiduría, la siguiente página incluye una carta natal que está al revés (supongo que no es tan ingenua como para errar de esa manera... como ambienta su narración en el hemisferio sur, alguna opinión descabellada tendrá al respecto, o quizás quede mejor el dibujo al revés). Tras la pose empieza el verbo. La prosa destila un aroma a rancio (olor a muebles antiguos) que echa para atrás, no hay frescura. Sí hay sobredosis de narración: descripciones demasiado extensas y muy abundantes; los rasgos de los personajes llegan a través de palabras y no de actos; los acontecimientos no suceden (son expuestos), la narradora se da tanta importancia que no permite que los personajes y las situaciones respiren si no es a través de ella, en ningún momento el texto tiene vida por sí solo. La guinda al pastel son las explicaciones que añade a los diálogos, epítome de la pesadez. Temática, argumento, profundidad... aburrimiento. Mucha excentricidad esotérica y muchas ganas de llamar la atención con astrología, pero no hay una base sólida de recursos narrativos y conceptuales que respalde tanta tontería.

14 comentarios:

  1. ¿Te refieres al libro de Fritz Zorn? No le veo relación alguna con el post la verdad.

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    1. Entonces vuelve a leer el post y vuelve a leer el libro, colega.

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    2. No entiendo a cuento de qué el tono de superioridad.

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    3. Quizás sea la respuesta medida a otro tono de superioridad, la verdad.

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  2. Imagino que el tipo hará mención a su condición de Aries. Marte es el planeta que rige Aries y él lo es.

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  3. Coincido, nada que ver con Fritz Zorn. Pero te lo recomiendo mucho yo también.

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  4. Si te gusta la astrología y crees que alguna de sus variedades funciona, o que una carta astral al derecho es mejor que una al revés... me temo que con tanto leer has aprendido poco.

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  5. «Te regala el libro alguien que sabe que te gusta la literatura y la astrología (al abrir el libro en modo comprador potencial se observan varias referencias astrológicas, lo cual resulta bastante atractivo para el que conoce los tejemanejes planetarios)». Una de las médulas espinales del libro de Zorn, y esto lo explica él mismo en el texto de la obra, es su condición de Áries, como poco le ha costado adivinar al autor de este blog. Dicho esto y leída la primerísima frase del post, no sé si queda mucho más que decir, pero supongo que los doctores del mundo blogger tienen que sacarle siempre punta a todo. Un saludo.

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