El principio es algo confuso, cuesta entrar en el texto
porque los personajes se solapan, pero luego todo se ordena y fluye mejor. Inicialmente
el protagonista describe los alrededores de la ciudad mexicana en la que está y
va incluyendo algunas digresiones. Este mecanismo narrativo, acompañado de una
prosa cuidada y una expresividad bastante creativa, me resultó interesante, por
eso fui capaz de llegar hasta la mitad del texto. Cuando la mujer empezó a
recriminarle al Cónsul lo de su alcoholismo por vigésimo tercera vez
consecutiva, decidí abandonar. Argumento: un borracho que se encuentra, tan
metafórica como literalmente, "under the volcano". Está divorciado y es un
borracho. Su mujer viene a reconciliarse con él, a sacarle de las borracheras y
llevárselo a casa, pero él se aísla a través del alcohol y no quiere salir de
ahí, de alguna manera asume su destino. Creo que el autor, en sus ganas de
enfatizar esa soledad de borracho y ese dejarse llevar hacia el infierno, cae
demasiado en la repetición y no presenta acciones variadas, como si sólo jugara
con dos o tres colores en vez de utilizar una paleta más rica. Aparte, Lowry se dispersa. Si hacemos una comparación
de borrachuzos para entender esto, Lowry vs Bukowski (made in Ire), el primero es más profundo y
más elaborado, el segundo resulta más efectivo y golpea más. Bukowski presenta
una prosa fría y directa que llega sin contemplaciones, el ser humano se
desnuda, no hay filtro entre él y el lector, y eso genera cierta concentración,
sin embargo, Lowry es más retorcido, hay oscuridad entre el personaje y el
lector, por eso quizá llega menos, porque ese oscurecer el destino individual,
si no es muy preciso, difumina la intensidad de los acontecimientos y reduce la
concentración, pierde enfoque. Creo que Bajo el volcán es una obra bastante elaborada, pero que por
momentos es repetitiva, poco práctica y dispersa, de ahí que el texto, según se avanza en
la lectura, vaya perdiendo intensidad.
Xita Rubert: Mis días con los Kopp
Hace 1 hora