12 de mayo de 2025

Un cierto suplicio inaugural

El metro de platino iridiado
de Álvaro Pombo.

Con ese título pocas cosas pueden salir mal. O mejor dicho: pocas cosas pueden ser peor que ese título. Sin embargo, el texto enseguida se revela como un polvorón rancio que uno intenta masticar y mover por la boca buscando el sabor menos malo, confiando en la posibilidad de que exista alguna superficie placentera, pero el polvorón no hace concesiones y se revuelve en el paladar una y otra vez con el fin de que no te pierdas ni un solo matiz de su ranciedad. Y lo consigue, y a las 30 páginas estás pidiendo clemencia y clementinas para quitarte ese sabor tan desagradable de la boca.

Sorprende que la novela sea de 1990 (por forma y contenido parece de los años 50/60). Altas cotas de insipidez, con un deje marujil muy marcado y personajes mal construidos (recibimos información a través de descripciones y diálogos que hablan de ellos y no de actos o detalles sutiles). Dudo mucho que haya lectores relativamente jóvenes (¿menores de 50?) que conecten con esto.

*Llegué aquí porque hace poco le dieron el Premio Cervantes. Tendré que probar suerte con otra novela.

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