21 de octubre de 2024

Tremebundle

Tremor
de Teju Cole.

Disfruté bastante Ciudad abierta y Cada día es del ladrón (aquí y aquí), por eso me sorprende no haber podido acabar este libro. El tono 
íntimo y reflexivo está bien calibrado y las capas de conceptos funcionan. Todo en orden hasta que en el ecuador empieza a hacerse cuesta arriba. Cole empieza a alejarse del protagonista y alrededor de la página 150 (de 239, edición en inglés de Random House) pierde por completo el interés, pues la fragmentariedad se exacerba y las anécdotas se van volviendo cada vez más intrascendentes y en muchos casos hasta parece que están incluidas gratuitamente.

Algunos apuntes (con spoilers):

- El protagonista cuenta que había una fábrica 
en Nigeria que echaba un humo negro que se colaba en las casas de su barrio y causaba enfermedades. En el presente, Tunde se baña con un jabón negro creado por una artista y "se sumerge en el pensamiento paradójico de una negrura que quita la suciedad" (mi traducción). Lo negro como antídoto a lo blanco, lo blanco como suciedad... Interesante idea, puede desatar ramificaciones que dan para varios debates.

- Tunde se obsesiona con los vídeos de Samuel Little (un asesino en serie negro que mataba sobre todo a mujeres de la calle) en los que habla de sus víctimas. La atmósfera de esta parte está conseguida y Cole lanza alguna reflexión sobre la conexión del asesino con sus víctimas.

- La paradoja de que para el senegalés negro que hace top manta en París, el protagonista, nigeriano negro que vive en EE. UU., no es un "brother", sino un enemigo, pues no se fija en la raza, sino en la clase a la que pertenece (en este caso, clase alta).

- Los blancos explotan la miseria de los negros con sus fotografías y la venden como si estuvieran dando la vuelta a los estereotipos.

- La esclavitud hay que olvidarla si quieres vivir tranquilo, sobre todo si eres una persona afroamericana viviendo en EE. UU.

- Reflexiona sobre el arte como propiedad. Con qué facilidad aceptamos que se saquen cosas de otros países (sobre todo africanos) y sean propiedad de algún rico occidental. Hay que reimaginar los museos, pensar sobre lo que se roba de otros países. Plantea la restitución de las obras a las culturas a las que pertenecen.

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