La romana de Alberto Moravia.
La competente prosa del autor no es capaz de compensar la exagerada lentitud narrativa que se establece desde el comienzo y repta y se te sube a los hombros y te empuja con fuerza hacia el suelo y acaba con tu pecho en el parqué y tus ojos inspeccionando los despliegues del beige e ignorando el comportamiento inercial de un personaje femenino soso e indolente que acaba recibiendo dinero a cambio de sus encantos corporales.
Solvej Balle: El volumen del tiempo II
Hace 4 horas
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