11 de septiembre de 2024

Sin peras no hay paraíso

Campo de peras
de Nana Ekvtimishvili.

Raro es que una novela sobre un colegio de niños con discapacidad intelectual no despierte emociones ni empatía. Es lo que sucede aquí.

La prosa es tan plana como los personajes (demasiados en pocas páginas, unas 60 leí) y la conexión emocional que logra la autora es mínima. Gran parte del problema es que es un texto excesivamente descriptivo que no cobra vida en ningún momento. 
Sigo con spoilers...

Ekvtimishvili quiere compensar la insipidez dejando al lector en vilo (la protagonista quiere matar a un tal Vano) e intentando impactar con la muerte temprana de un niño del colegio (delineada de una manera algo fría), pero nada de esto da impulso a la narración.

Lo único sugerente es la imagen del campo de peras como lugar eternamente inundado al que es difícil acceder y cuyas peras no son comestibles, algo que se puede relacionar oblicuamente con el colegio.

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