Una lectora empedernida que trabaja de bibliotecaria se casa con un pintor en la época de la Segunda Guerra Mundial.
Prosa correcta, historia con buen ritmo y con algunos giros interesantes. No es una obra que agite la conciencia, pero sí demuestra lo que puede hacer una escritora competente con pocos elementos.
Deja un halo melancólico e ilumina un rincón en el que se llega a la felicidad a través de la sencillez, algo que, como sugiere la novela, quizá sólo esté al alcance de los grandes lectores como Sonia.
La protagonista es un ejemplo de integridad, pues en ningún momento permite que el odio se apodere de ella, aceptando que su marido sea feliz con gran empatía y mostrándose siempre agradecida por su vida.
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