Desventuras de un fanático del deporte de Frederick Exley.
Segundo intento de lectura y me pasó lo mismo que en el primero: a las 50 páginas ejerzo de quarterback con el libro. La prosa es buena y hay toques de humor inteligentes, pero el ritmo narrativo es el sopor hecho tinta y la ausencia de incidentes estimulantes es más que notoria, por no hablar del tono prepotente estoy-de-vuelta-de-todo que en ocasiones abotarga al sistema olfativo. Es una de esas novelas que da pena dejar porque el autor demuestra cualidades, pero aunque Exley sepa tocar el piano, su habilidad compositiva deja mucho que desear.
Alessandro Baricco: Abel
Hace 2 horas
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