El padre no vuelve a casa cuando se le espera y su ausencia, que rompe una discreta rutina familiar, desata un torbellino de dudas sobre su presencia.
La idea es buena y el estilo, con trazas de Thomas Bernhard, tiene algo de brillo, pero el desarrollo se limita a presentar la crueldad y la tiranía del padre desde diferentes ángulos y acaba haciéndose repetitivo.
Los mejillones que se abren con la cocción sirven de analogía para los miembros de la familia que se mantienen cerrados ante tanto maltrato paterno y sólo se abren cuando no está. La crítica al patriarcado es obvia, pero no tiene demasiado recorrido y el final tampoco impacta todo lo que debería.
La idea es buena y el estilo, con trazas de Thomas Bernhard, tiene algo de brillo, pero el desarrollo se limita a presentar la crueldad y la tiranía del padre desde diferentes ángulos y acaba haciéndose repetitivo.
Los mejillones que se abren con la cocción sirven de analogía para los miembros de la familia que se mantienen cerrados ante tanto maltrato paterno y sólo se abren cuando no está. La crítica al patriarcado es obvia, pero no tiene demasiado recorrido y el final tampoco impacta todo lo que debería.
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