No se puede abrir un restaurante de comida rápida y que el servicio sea lento. Eso es lo que ocurre en esta novela en la que se sirven hamburguesas de drama (más o menos sabrosas) con una narración flemática. La lentitud narrativa se debe en parte a la cantidad de información irrelevante que comparte Hosseini (a este texto le sobran unas 100 páginas).
Aunque tiene ingredientes óptimos (la historia es atractiva, el tema de las cometas le da un toque poético, la descripción de los conflictos de Afganistán es correcta...) Hosseini tiene demasiadas ganas de tocar la fibra al lector con injusticias y tragedias relativamente facilonas y no hay ningún aspecto que logre cautivar de verdad a nivel intelectual, estético o emotivo.
El final (ojo spoilers) deja un regusto amargo por su infantilismo y su convencionalidad, resolviendo la trama del niño con un enfrentamiento de videojuego contra el supervillano de turno y posteriormente con una decisión personal un tanto previsible.
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