7 de julio de 2023

La factoría de Abdulrazak

La vida, después
de Abdulrazak Gurnah.

Narrador omnisciente en tercera persona que se dedica a darnos información sobre el contexto histórico y los personajes. Ese es el resumen del primer capítulo, 31 páginas (abandoné a las 41). El "darnos información" es literal, en el sentido más frío y aséptico de la expresión. Estos del Premio Nobel nos toman el pelo. Cachondos.

Desde el principio se nota que el narrador es el escritor y si eso sucede, mal vamos. Y el escritor tiene una serie de datos que quiere transmitir al lector, otro aspecto que se nota en exceso y... mal vamos. Apenas hay diálogos ni situaciones que se desarrollen en el presente de la historia (los personajes no tienen vida propia más allá de la información que Gurnah comparte de ellos), por lo que es un texto poco humano que parece salido de una fábrica.

En lugar de plantear vivencias que reflejen ideas o atributos, todo se describe así: "él descubrió que ella era una mujer inquieta y obstinada" o "Asha aprendió que era más fuerte que él", etc. Como ya he subrayado en otras ocasiones, hay que mostrar y no contar ("show, don't tell"). El enfoque narrativo centrado exclusivamente en contar es distante y aburrido y para que funcione, tiene que ir acompañado de una prosa muy potente. Y no es el caso.

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