Matamos al padre y criticamos al ciudadano medio estadounidense y hablamos de política y televisión, de tristeza y depresión, y lanzamos referencias a shows televisivos de hace más de 50 años y ninguna impacta, e introducimos términos como "proairesis" y uno no se siente más inteligente al descubrir su significado en Google, sino decepcionado por una ficción tan digresiva, tan cerebral, tan volátil, tan deshumanizada, tan imposible-de-sostener-con-los-ojos, donde el aspecto experimental y grasshopperiano (que siempre es bienvenido) parecen el fin último de lo que se expone.
El realismo socialista
Hace 4 horas
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