Autorretrato con piano ruso de Wolf Wondratschek.
Sentado en un café vienés, comiendo una berlinesa, me doy cuenta de que Wondratschek se ha inspirado en El malogrado de Thomas Bernhard (comentada aquí). Me saluda el camarero como si me conociera y devuelvo el saludo por cortesía. Al principio se acerca un poco a la genialidad del autor austriaco y hay algunos destellos salpicados por el texto, pero nunca alcanza las mismas cotas. Un escritor habla sobre un pianista ruso entrado en años y sobre sí mismo. Las primeras notas tienen fuerza debido a la calidad de la prosa y a algunas observaciones ingeniosas, pero gradualmente se va deshinchando. Disfruto el último bocado de la berlinesa y me lamento por todo el azúcar que me ha caído en los pantalones. Wondratschek trata cuestiones como el paso del tiempo, la perfección en el arte, la opresión soviética, la muerte... pero no ahonda de forma cristalina, o se dispersa o se tuerce. Sacudo el azúcar mientras reflexiono sobre mi lamento: ¿se debe a la pérdida de azúcar o a la suciedad impregnada en los pantalones? La sensación final es que tiene anécdotas interesantes y fragmentos seductores, pero hay bastantes regiones farragosas en las que falta claridad narrativa. El pianista del café deja de tocar y la gente aplaude con energía. El pianista del libro odia los aplausos.
Alessandro Baricco: Abel
Hace 5 minutos
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