La señora Potter no es exactamente Santa Claus de Laura Fernández.
Me parece inexplicable que este libro lo recomiende tanta gente, incluidos lectores y librerías aparentemente independientes con buenas intenciones. Estoy un poco enfadado (XD) porque, si bien he perdido poco tiempo con esta abominación (MI ESTÓMAGO SÓLO ME PERMITIÓ LEER UN CAPÍTULO), este libro desplazó a otros libros de mi recolecta habitual en la biblioteca.
Esta "obra maestra de una Nueva Era" (SARA MESA DIXIT), en las primeras dos páginas cuenta con dos erratas y veinte palabras en cursiva (PORQUE SÍ, PORQUE LE APETECE A LAURA). Vale, se perdona. Lo que no se perdona es la horripilante y siempre desapacible prosa. Véase, con errata: "y sentarse, en una silla plegable, junto a ella, y (TEC) (TEC) teclear, o, simplemente (TAP) (TAP) (TAP), deslizar un lápiz sobre cualquiera página en blanco, que se había detenido en aquel desapacible, oh, todas aquellas ventiscas 'heladas', el cielo 'perpetuamente' en blanco, 'aburrido' de sí mismo, perlado, a ratos, de nubes en absoluto 'amables', lugar, y sin casi poder evitarlo, había dado con la mismísima señora Potter". Que levante la mano el que haya digerido esta frase a la primera pasada. Pues eso... Y las comillas simples representan palabras en cursiva (QUE NO TE ENTERAS, SOMOS GUAYS). La autora no se corta y también repite constantemente términos como "fría", "desapacible", etc., para intentar darle intensidad (¿HUMOR?) a su perorata.
Vamos a ver... ¿A qué estamos jugando con las cursivas? ¿Qué pretendemos con tanta coma? ¿En qué taller enseñan que el solapamiento de afectaciones mejora la prosa? ¿Qué sentido tiene esta sobrecarga de "recursos" en una novela que parece ir dirigida a adolescentes? ("JE NE SAIS PAS, OH, ASÍ SALIÓ, A RATOS, DESDE MI DESAPACIBLE SILLA" QUE DIRÍA LAURA). Lo que ha sucedido es que la versión que ha visto la luz es la primera que guardó la autora en su ordenador, sin correcciones, sin recortes (¿600 PÁGINAS DE ESTO?), sin quitar las ocurrencias espontáneas, sin tener en cuenta la precisión narrativa, sin ni siquiera ser consciente de que Santa Claus no existe (¡QUE LO INVENTÓ COCA-COLA!).
Anora
Hace 5 horas
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