Ensayos varios sobre la piel, los tatuajes, la cultura, la migración, la misoginia... en los que Dubravka Ugrešić, con una prosa impecable y una elocuencia descomunal, presenta una serie de reflexiones muy sugerentes que se acercan a unos valores de resistencia que se están perdiendo. Y con "resistencia" me refiero a abordar con pensamiento crítico ciertas construcciones y tendencias sociales que se aceptan sin pensar demasiado. La autora también hace un retrato interesante de Croacia y los países de alrededor. Los ensayos de corte político me han parecido más pesados, pero en general, es un buen libro. Ugrešić exuda sabiduría e integridad y es una persona que no tiene miedo a defender sus ideales.
Anotaciones:
- Rechaza ese constructo que dice que los ricos son ricos porque trabajan mucho. Eso no es más que un engaño para que se consuelen los pobres. Una cajera búlgara de Ámsterdam no se hará rica trabajando 17 horas al día. Tampoco es veraz el relato de que los países más pobres de Europa lo son porque sus habitantes son perezosos, cuando en realidad es donde, estadísticamente, más horas se trabaja.
- Menciona la teatralización del mal (grabaciones del ISIS, documental sobre el asesinato de "comunistas" en Indonesia) y cómo los conflictos y la guerra siempre son asuntos masculinos.
- Ataca especialmente a la misoginia y el ruido molesto que, incluso en silencio, hacen los hombres en la sociedad.
- Tiene una visión positiva de la migración, ya que esta da vida a Europa. Los mandamases creen que la pueden controlar poniendo alambre de espino.
- La democratización de la cultura desemboca en la cultura del consenso, donde la gran mayoría parece estar de acuerdo en que un producto artístico determinado es bueno (y menciona La La Land y los libros de Elena Ferrante). Eso atiende a razones comerciales y sociales, nadie quiere autoexcluirse con su opinión. Y añade "no tener ni la menor idea es [...] el fundamento sobre el que se sostiene la cultura del consenso".
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