19 de diciembre de 2021

RRII

Recursos humanos
de Antonio Ortuño.

No voy a hacer el chiste rimando el apellido del autor para describir lo mal que escribe. Para no caer en la vulgaridad, me voy a limitar a incluir un par de citas del libro, reflejando el atasco lingüístico que genera Ortuño:

"Corro las persianas hasta que la oscuridad es perfecta. Enciendo, entonces, las luces eléctricas".
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"Cruzo la calle rumbo al automóvil de Constantino, el gerente. Las manos en los bolsillos, baja y de hiena la mirada. Acaricio con una llave, al pasar, el costado metálico, deslumbrante, de la máquina".
Etcétera.

Que sí, que son detalles pequeños, casi insignificantes, pero ralentizan el ritmo, bastante, y estas frases, a una cadencia de cuatro o cinco por página, hacen que el texto, malo de por sí, sea más incómodo de leer, si cabe. Y no estamos, creo yo, para tirar el tiempo.

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