5 de julio de 2018

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Camina en círculos la lengua, y más a estas horas de la tarde, formando un reguero de saliva que los perros confunden con secreciones de un rival. Pronto se secará. "No hagas eso". La correa se tensa y dibuja una cruz con la farola más cercana. Gris y azul, lejos de lo religioso. Como no es de noche no ilumina. Sólo revela sombras, tan oscuras como redundantes. Su olfato intenta medir el ángulo del sol, aunque a estas horas del año se precipita hacia los colores. La mano golpea el metal y la vibración agita a las arañas que viven arriba. Telarañas intactas. Como no es de noche pasan hambre, pero saben esperar. Su deseo es de elefantes minúsculos; odian a los insectos con trompa. Cuanto menos viento mejor. El asfalto ya no quema y se deja llevar. Un dulce. Las arañas revisan y recomponen. Hay grietas. Un olor descubre, repentino, que le llena de vitalidad. La energía gotea y empieza a chispear. No es lluvia, sino saliva. Lenguas chocan sin piedad y en poco tiempo el hogar de las arañas sufre el líquido. Devastador. El cielo rosado se inclina pidiendo perdón, pero nadie mira. Feliz en su anonimato, las arañas bajan en vertical y se protegen en la sombra. El ladrido típico de este hemisferio, a estas horas de la tarde, apenas resuena.

2 comentarios:

  1. Se te echa de menos.¿ Acaso dejaste de leer y de escribir?que desesperacion.

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  2. Sigo haciendo de todo un poco, pero ahora tengo menos tiempo que antes.

    Gracias por el interés :)

    Un saludo.

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