Cabrón, tetas, whisky, qué guapo el buga, jodido maricón, burdel,
hijoputa, te rajo, etc. Buque insignia de la vulgaridad, aguanté 40 páginas
antes de chocarme contra el iceberg de la sensibilidad estética. Un libro que
saca pecho por retratar los bajos fondos neoyorquinos: catedral de la palabrota,
mausoleo del garrotazo vikingo. Detrás de la excentricidad, la navaja y la
palabra malsonante podríamos rescatar, de refilón, el estilo, que de alguna
manera es ágil. Que esta novela tenga la etiqueta de "uno de los libros más
míticos de la literatura norteamericana" no es sino un canto al mal gusto, o en
el lenguaje de nuestros amigos brooklynianos, una puñalada trapera.
Gregorio Muro Harriet & Daniel Redondo: La marca de la bruja
Hace 45 minutos
Odio los libros repletos de palabras malsonantes, sin justificación. Una cosa es que cierto personaje se exprese de esa manera, y siempre que resulte creíble, puede estar bien. La exageración es lo peor.
ResponderEliminarIntenta caracterizar a los personajes a través de la vulgaridad. Sin justificación no es, pero no me parece sutil.
EliminarYo a Hubert Selby Jr. lo tengo en la lista de 'pendientes'. De momento no me he decidido por ninguno de sus libros, éste ya lo tiene difícil
ResponderEliminarPues tengo entendido que éste es el mejor...
EliminarMe matas, ¿en serio? Le había echado el ojo a 'El Demonio'...
EliminarNo sé, lo mismo hay otros que están bien.
EliminarHay que pensárselo siempre.
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