Relatos que funcionan como minibiografías de personajes y
miniautobiografías del propio autor. La prosa, sustentada por frases largas que
juegan mucho con los signos de puntuación, es tremenda, una calidad poética incontestable,
de lo mejorcito que te puedes encontrar (me recordó a Bufalino). Problema: la
temática es anodina y la prosa poética es tan abrumadora que se come al resto
de elementos. Exceptuando el relato Vida del tío Foucault que me pareció
excelente en su totalidad, los demás resultan poco interesantes y no sobreviven
al desequilibrio que genera la prosa; las historias apenas brillan a través de la
monstruosidad estilística de Michon. La sensación general es que el autor
quiere mantener la narración con la calidad de su prosa, sin preocuparse del
contenido o de la intensidad de los sucesos, pero queda claro que sólo con eso
no basta.
Rubem Fonseca: El salvaje de la ópera
Hace 4 horas
Hay escritores a los que la vida -y luego, la prosa- parece como si saliera a buscarles a ellos. Con otros, sucede al revés, son ellos los que parecen esforzarse para dar con la vida -y encontrar la prosa (adecuada)- con la que contarla. P Michon pertenece a este último grupo. El "flow" que tiene -que lo tiene, eso es indudable- es un flow con el "paso cambiado". Buscado a porpósito. Y se le nota ¡Al loro!. ;-)
ResponderEliminarHabrá ido a buscarle la prosa porque la vida...
EliminarCoño, lo clavas. Estoy con ella y totalmente de acuerdo: la prosa se come la historia. Es deliciosa, pero a sorbitos...
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